Opinión por Ariel Lencina- militante en UEPC
Cada 4 de septiembre desde 1949 los/as argentinos y argentinas recordamos el “Día del Inmigrante”. El gobierno de Juan Domingo Perón en su decreto N°21.430 reconoce a esta fecha como el comienzo por el cual el Estado, todavía no formado, en el “Primer Triunvirato” comienza a incentivar a la inmigración para que habiten en estas tierras que, es primordial decirlo, estaban en posesión de los habitantes originarios. Entonces, para que lleguen los inmigrantes primero hay que solucionar la “Cuestión indígena”.
Ahora bien, la formación del Estado Nación desde 1853 con la Constitución Nacional y la institucionalización legal de los parámetros liberales (forma de gobierno, derechos civiles, ejército nacional, etc) se insertó dentro del concierto del mercado mundial aprovechando sus ventajas comparativas, al decir de Adam Smith, como abastecedoras de materias primas y alimentos.
El “modelo agroexportador” se convirtió en la rueda maestra que motorizó la economía argentina y para ello solucionar la “cuestión Indígena” de una forma violenta y deshumanizante como lo fue la mal llamada “campaña del desierto” de Julio Argentino Roca para obtener las tierras, principal insumo económico y productivo.
En este contexto la inmigración comienza a ser política de Estado debido a que se convertirían en mano de obra para poner en marchas las distintas fases de ese modelo. Para ello durante la presidencia de Nicolás Avellaneda en 1876 legalizan la “1er Ley Nacional de Inmigración” donde se organiza la oficina Europa prometiendo tierras e insumos para los que eligieran venir a nuestro país. Esa tierra prometida no fue tal y muchos de los recién llegados fueron abandonados a su suerte.
Desde antes de 1853, tanto Sarmiento como Alberdi, proponían que la inmigración debía ser anglosajona – germánica ya que estos/as tenían una identidad cultural de respeto por el orden establecido y sobretodo la disciplina de trabajo como motor de sus vidas a partir del “progreso” económico por medio de la inversión. La realidad fue muy distinta. A estos lados llegaron principalmente inmigrantes latinos/as y con ellos ideologías anarquistas y socialistas que discutieron el orden hegemónico. Comienza así la llamada “cuestión social” que tantos dolores de cabeza le trajo a la oligarquía gobernante.
Esta inmigración no deseada, rápidamente fue contrarrestada por la “Paz y progreso Roquista” mediante leyes represivas como la “Ley de Residencia” en 1902 y la “Ley de Defensa Social de 1910” las cuales asesinaron y expulsaron a aquellos inmigrantes que defendían sus intereses en pos de mejorar su calidad de vida.
Según el dicho: “somos hijos e hijas de los barcos”. Seguramente es así, pero nos preguntamos, ¿Cuál fue la inmigración que se asentó definitivamente en nuestros pueblos y ciudades? ¿Fueron adoctrinados y controlados por ese Estado Nacional represivo?