Opinión de Rodrigo Nierad, militante y docente.
La maquinaria educativa sigue su marcha y la pandemia no posibilita festejos
En cercanías de cumplirse seis meses de decretada la pandemia los docentes siguen trabajando desde la virtualidad e intentando dar respuesta en un contexto que ha golpeado a las instituciones educativas y sus diversos actores y ha puesto al desnudo viejas falencias del sistema. En esta coyuntura y con las imposiciones del aislamiento social llegamos hoy al día del maestro.
El aislamiento social y obligatorio persiste, la curva no se achata y muy por el contrario la transmisión de COVID- 19 va en aumento. En cercanía de cumplirse los seis meses de decretada la cuarentena el sistema educativo continúa su marcha, su maquinaria nunca se detuvo, declarada la pandemia se reorganizó y cambió formas y estrategias para llegar a los estudiantes con las actividades “pertinentes”, intentando cumplir con los objetivos propuestos y llevando así una supuesta “normalidad” en plena crisis.
Docentes y estudiantes atravesaron muros, los mismos que el edificio escolar debió cerrar, e ingresaron a cada hogar debiendo lidiar con la inmensa complejidad que propone la virtualidad, un espacio muy poco trabajado hasta el momento, en las instituciones escolares.
Mientras el sistema educativo continuaba su marcha y los docentes improvisaban y buscaban ofrecer las mejores respuestas posibles frente a este contexto, múltiples pedagogos vertían sus miradas y opiniones al respecto y, hasta en algunos casos, eran abordados por funcionarios nacionales en busca de alguna sugerencia.
El tiempo fue pasando y el regreso a las aulas, tan comentado, propuesto y hasta anhelado, nunca se plasmó en la realidad. Los docentes siguen trabajando sumidos en las tecnologías, esperando respuestas de sus estudiantes, observando sus desarrollos académicos y conociendo e inmiscuyéndose, quizás como pocas veces, en escenarios particulares, privadas, familiares, de sus estudiantes, con la intención de brindar aunque poco e insuficiente sea, un paliativo a situaciones que atraviesan.
Las sensaciones de los educadores frente a este contexto y lo que el mismo conlleva son variadas, pero no diversas, todos sienten y expresan similares emociones e impresiones. Existe una mirada generalizada de que esta maquinaria educativa está siendo sostenida casi con exclusividad por los docentes; es que las políticas de gobierno implementadas desde la plataforma provincial cordobesa poco parecen estar pensando en los trabajadores de la educación y en las verdaderas necesidades de nuestros estudiantes.
La experiencia indica que todas las catástrofes, naturales como sociales, perjudican y golpean más a los sectores más desfavorecidos. Esto sucede con las inundaciones, los terremotos, las crisis económicas y financieras y también ahora con el COVID- 19 y la “nueva modalidad educativa” impuesta por excepcionalidad: los que más pierden, son los que menos tienen.
En tiempos de confinamiento, independientemente de las actuales flexibilizaciones sociales, las desigualdades se han potenciado, las preexistentes se han profundizado y otras han surgido producto de la crisis. No todo es nuevo, no todo es de ahora, mucho tiene que ver con la inacción o la falta de respuestas a situaciones que su no abordaje no era tan visibilizado o reconocido como ahora; vale por caso hacer mención a la conectividad y su desigualdad en el sistema educativo o a las infraestructuras escolares, tan necesarias para un buen desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje como vapuleadas, en muchos casos y lugares, se vienen observando de hace tiempo.
No resulta novedoso decir que la cuarentena rompió con la organización del tiempo y de las agendas. No existe horario, ni espacio, ni tiempo, organizador de la tarea docente. El hogar del maestro como el de los estudiantes que tienen conectividad se han convertido en aulas virtuales que deben ser silenciadas y modificadas sus rutinas diarias y organizativas, aislando dentro de su propia vivienda a sus seres más cercanos para que el ruido y su existencia no se entrometan en la comunicación.
Anuncios que no condicen con la realidad
La pandemia obligó a las instituciones educativas y sus diversos actores a desarrollar e improvisar un acercamiento a lo que puede entenderse como una oferta educativa a distancia. Digo entenderse por sus recursos insuficientes e inadecuados para tal fin, quizás por el apresuramiento de su aplicación, aunque también es cierto que a seis meses de decretada la cuarentena se siguen mencionando los mismos inconvenientes.
Desde el Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de Nicolas Trotta, como del provincial, con Walter Grahovac como ministro de educación desde el año 2003, se propusieron diferentes iniciativas tales como, plataformas virtuales, utilización de medios masivos de comunicación para el dictado de clases, envío de cuadernillos… Nuestra provincia se quedó en la idea de la plataforma y trabaja actualmente en la creación de un aula virtual donde interactúen docentes, padres y estudiantes.
La pregunta que surge entonces, observando que los inconvenientes que la “escuela virtual” expuso desde un comienzo son los mismos que aún perduran y seguramente desde un conocimiento vulgar, es ¿por qué se insiste en la creación de espacios virtuales de encuentro, cuando uno de los principales inconvenientes es la falta de conectividad?. ¿No sería más apropiado que la provincia buscara establecer algún tipo de convenio, al menos temporario, con alguna empresa prestadora del servicio de Internet y así llegar a los sectores que no se está llegando?.
Mientras algunas carencias se potencian, mientras el sistema no manifiesta bajas, pero se observa que muchos estudiantes han quedado fuera de “la escuela virtual”, mientras las necesidades económicas se acrecientan y algunos jóvenes salen a realizar “changas”, la escuela sigue funcionando con las mismas reglas y procederes, poco parece haber cambiado.
Quizás el tiempo permita ver este contexto como una posibilidad para lograr modificaciones que resulten positivas al sistema y a sus actores, quizás podamos aprender de todo lo que esta pandemia ha dejado al desnudo y así mejorar las situaciones futuras.
Hasta el momento todo parece seguir de manera muy similar y el compromiso que nuestros representantes dicen tener frente a esta realidad no parece ser tal. Vale mencionar para ejemplificar la no cobertura de cargos ni de horas vacantes que son cubiertas voluntariamente y ad honorem por otros docentes; siempre pensando en el servicio, la vocación y atención a sus estudiantes, mientras desde el gobierno, a modo de consideración y reconocimiento, aplican una reforma jubilatoria que flaco favor hace a los educadores cordobeses.
Y se vino el día del maestro
“Uno valora las cosas cuando las sabe perder…”. Si bien no hay pérdida si hay al menos suspensión, en este 2020 y frente a esta coyuntura el día del maestro no será como otros; faltará el abrazo, la juntada, el brindis y los festejos con colegas, tampoco estará el apretón de manos o el beso que algunos estudiantes se animan a dar el día anterior al 11 de septiembre.
Este día del maestro se celebrará desde casa, la virtualidad seguramente volverá a decir presente. El WhatsApp, la videollamada, las plataformas, serán los lugares de encuentro, no habrá grandes festejos, aunque quizás sí la concentración de pequeños grupos de educadores en algún bar de la ciudad.
Hoy, con su ausencia, se revaloriza la cotidianeidad de esos festejos, lo que venía dado, lo que estaba establecido… todo aquello que parecía rutinario y que no se tiene. Y junto a todo eso que no estará, seguramente se hará presente, como suele ocurrir cada 11 de septiembre, el saludo de algún representante del gobierno provincial, reconociendo en su alocución el compromiso y la labor docente, más aún en tiempos de pandemia.
Quizás sea momento entonces de que ese reconocimiento vaya más allá de las palabras y se vea acompañado de acciones que nada tienen que ver con las decisiones que se vienen tomando y que ya mencionamos. ¿Se puede esperar que todo lo que somos, o se dice que es el maestro cada 11 de septiembre, sea reconocido cada comienzo de año cuando se discuten paritarias y no pasar así de ser los “vagos” que hacen paros y dejan a los chicos sin clases a ser los “agradecidos” de turno por el compromiso y la responsabilidad con la que desarrollan sus tarea?.
Prefiero así y frente a ello, este 11 de septiembre, el saludo de colegas y amigos y amigas que desempeñan la misma función. Me quedo con el apretón de manos, ausente este año, pero sincero de nuestros estudiantes, la mirada cálida y otras veces enojosas de los jóvenes para los cuales y con los cuales trabajamos. Me quedo con el acto sencillo pero sincero y deseo a cada educador, los que caminan y han caminado las aulas, un feliz día del maestro y a quienes se acuerdan y se hacen presentes desde la función pública un día como hoy, los invito a que realicen las reconsideraciones necesarias para que sus dichos sean acordes a sus acciones.