Hoy se conmemora en el país el cumplimiento de 211 años de los acontecimientos de la “Revolución de Mayo” que desembocaron en la conformación de la Primera Junta de gobierno.
Las interpretaciones sobre los sucesos que transcurrieron durante la denominada Semana de Mayo son motivo de debate hasta la actualidad, pero como en toda interpretación, es a través de estas que se traslucen los posicionamientos en enfrentamiento de un conflicto irresuelto, desde ayer hasta hoy.
Detrás de las escarapelas, los cantos y las sacralizadas costumbres de celebración de la fecha patria, se encuentran los intereses que nos presentan la historia de forma estática y descontextualizada, sin lucha.
La Revolución Francesa en 1789 y las banderas de “libertad, igualdad y fraternidad” fueron sucesos claves, que resonaron en ecos de cambios en ambos lados del charco. En España, estos ideales se encarnan en la figura de Fernando VII, que, forzado por su padre, el Rey Carlos IV, abdicaron a la corona en favor de Jose Bonaparte, hermano de Napoleon. Este fue el suceso desencadenante que precipitó los levantamientos del pueblo español, organizadas en Juntas locales contra las tropas francesas en 1808, dando inicio a la Guerra de la Independencia Española.
De este lado del Atlántico, impulsaron las condiciones que resquebrajaron el sistema colonial vigente, con insurrecciones en todos los virreinatos, que también se organizaron en Juntas de Gobierno que reconocían al prisionero Fernando VII, como legítima autoridad y haciendo frente a la dominación francesa.
En el Virreinato del Río de la Plata, colisionaron varios Mayos; en un Cabildo donde confluyeron comerciantes, eclesiásticos, militares y grandes terratenientes, los representantes de los intereses comerciales en disputa; fue el pueblo, al paso de Mariano Moreno y los “chisperos”, el que se abrió paso a la fuerza su lugar en el Cabildo y impulsó la destitución de Cisneros y la conformación de una nueva Junta.
La Revolución de Mayo no fue una celebración de patricios vitoreando entre cintas blancas y celestes. La Revolución de Mayo fueron artesanos, peones y jornaleros, en pie de lucha y con cintas rojas, que sembraron el espíritu de una soberanía por la que todavía hoy luchamos.