Trabajadores de salud, educación y comunicación, expuestos a desarrollar tareas como esenciales en la pandemia pero en condiciones de “descartables”.
Es así que el agobio frente a las presiones de realizar el ejercicio, la sobre ocupación por cantidad de horas y el escaso acceso a condiciones dignas quedan expuestos por los mismos trabajadores sumergidos en el hartazgo.
Estas condiciones de vida engrosan los fríos números de las estadísticas que recitan la pobreza como un paisaje ya normalizado en el cotidiano e inclusive tapado por las peleas entre oficialismos y oposición que nos entretienen en disyuntivas estériles. Como si la distracción no fuese parte de la estrategia del enemigo. Entonces la salud de nuestro pueblo se proyecta como contenido útil para las plataformas políticas en futuras elecciones.
Ya teñido el paisaje, todos los matices entre blanco y negro realizan su tarea y dispersan. El conflicto principal se tiñe de gris y la escala queda invertida en falsas antinomias.
Blanco y negro. O se está del lado del pueblo trabajador, o se apalanca la situación en favor de los poderes concentrados. Esa es nuestra única división sobre la cual orientamos la tarea de señalar en todos los espacios del pueblo los verdaderos extremos.