Esta semana, la Pastoral Social compartió las principales conclusiones de la Semana Social 2021, un encuentro donde participaron, junto a referentes de movimientos sociales como la UTEP, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja y el ex titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pellegrina.
El documento, al tiempo que resaltó la incompatibilidad de la inclusión social con la excesiva concentración de la riqueza, planteó que “para reformar la economía es necesario reformar la política”.
Al mismo tiempo, pudimos ver los resultados del índice de precios al consumidor (IPC) del INDEC, donde la inflación de junio alcanzó un 3,2% con respecto al mes pasado, 25,3% en lo que va del 2021 y 50% en 12 meses.
A la estadística la acompaña la decisión del Ente Nacional de Comunicaciones de fijar incrementos del 5% retroactivo a julio para la telefonía fija, móvil, servicio de internet y televisión, sumado al veredicto de la Justicia de suspender las resoluciones del Ministerio de Salud de la Nación que prohibieron los últimos aumentos de las empresas de medicina prepaga, avalando aumentos del 26% a partir de septiembre.
El diagnóstico de la desigualdad es compartido en todos los sectores, es una evidencia redundante mencionar, pero la salida no parece emerger, ni de un lado ni del otro. Los referentes de la “economía” señalan a la “política” y los referentes de la “política” señalan a la “economía”.
La estadística también refleja quienes pagan los platos rotos. El primer trimestre del año los puestos de trabajo asalariados cayeron un 2,4%, aumentando a consecuencia el trabajo a cuenta propia (0,5%), al tiempo que, según el informe de la Junta Interna de ATE-Indec, la pérdida salarial llegó al 40% con respecto a noviembre de 2015.
Cada vez hay menos trabajo, con menos valor y más necesidades. Los brotes de la urgencia proliferan en todo el territorio, desde el barrio Las Playas hasta el Hospital Garrahan. Parecen procesos diversos y dispersos, sin relación alguna, pero bajo la superficie de la coyuntura se encuentran atadas de raíz todas las problemáticas que aquejan e impiden la realización de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
No es ni la “política” ni la “economía”, es la necesidad de tomar la iniciativa, mancomunando voluntades desde un lugar común que nos encuentre luchando por una vivienda, por el alimento y por condiciones de trabajo dignas, las cosas que ya nadie parece garantizar en nuestros barrios y nuestros espacios de trabajo, nuestro campo de acción.