Los datos nos muestran una realidad que se nos impone como tal. La fuerza de una clase dominante los utiliza en su favor e impone una forma de ver el mundo. Así planteado, los datos son la realidad objetiva de la clase dominante que se impone sobre las condiciones de explotación del pueblo.
Dicen los datos del INDEC que en Argentina ingresaron durante el primer semestre del 2021 alrededor de U$S 35 millones por exportaciones. De los cuales U$S 15 millones corresponden a manufacturas de origen agropecuario. Mientras, las exportaciones del agro en su conjunto superaron en 2020 los U$S 26.200 millones.
Detrás de “Argentina”, se esconden un puñado de conglomerados que concentran las principales actividades por donde se generan y fugan las riquezas del trabajo.
Esta semana, se dieron a conocer los datos de la Canasta Básica y la Canasta Total que miden los mínimos para no caer en la indigencia y pobreza, respectivamente. De ella se desprende que, una familia tipo necesitó de $69.931 para no ser considerada pobre y para un adulto unos $21.517.
Las condiciones de vida en el país se han tornado insostenibles para los trabajadores contra una inflación que crece al ritmo de las ganancias de empresas alimenticias, por citar un sector.
En el país, el 40% de los argentinos viven sin garantizar las necesidades básicas que necesitan para vivir y un 20% que apenas supera la canasta básica pero están a punto de caer en la pobreza. Alrededor del 60% de la población vive con menos de $22.600.
Por ello, trabajadores de la salud y estatales realizaron jornadas de protesta esta semana retomando un aspecto principal de la lucha: mejorar los ingresos de los trabajadores y las condiciones para la realización de las tareas.
Paradójicamente, la protesta de los estatales en la ciudad de Córdoba se realizó en la ruta 9. Un corredor estratégico para la circulación de las riquezas producidas por los trabajadores y expropiadas por los monopolios del agro.
La lucha que emprenden los trabajadores actualmente por recomponer sus salarios en pesos (devaluados) se contrapone a los márgenes de ganancias empresariales que obtienen las principales exportadoras (Bunge, Cargill, COFCO, ADM, por citar algunas).
La claridad de las contradicciones está cada vez más a flote y el movimiento de los trabajadores en sus reclamos sectoriales fortalece la posición del trabajo, despegándose de las falsas antinomias a las cuales nos convocan las luchas partidarias previo a las elecciones legislativas.