El final de los 20 años de ocupación militar de Estados Unidos en territorio afgano en su “guerra contra el terrorismo” y la vertiginosa toma del poder del Talibán ponen en escena los intereses que se disputan en Medio Oriente.
Afganistán es un país situado en la región de Asia Central, que cuenta con un territorio de más de 650.000 kilómetros cuadrados, habitados por más de 35 millones de habitantes con una gran diversidad cultural, donde conviven más de 15 grupos étnicos.
En la delimitación de sus fronteras geográficas nos encontramos ya con una extensa historia en el que esta región se conforma como una zona estratégica en disputa por las grandes potencias mundiales, al situarse como un paso inevitable entre Oriente y Occidente.
El Corredor de Waján, por ejemplo, es un estrecho paso de montaña de 220 kilómetros de largo y entre 16 y 64 kilómetros de ancho que constituye la frontera afgana con China. Este corredor fue el resultado de la contienda del Imperio Británico y el Imperio Ruso durante el siglo XIX, época conocida como el “Gran Juego”, donde ambas potencias lucharon por el control de Asia Central y el Cáucaso.
Luego de declarar su independencia a principios del siglo XX, Afganistán se constituyó como una monarquía hasta 1973 cuando tras unos breves años en el que se estableció como república. En un contexto de protestas y represión donde más del 90% de la población era analfabeta y la esperanza de vida llegaba a los 42 años, surgió la Revolución de Saur, liderada por el Partido Democrático Popular en 1978.
El nuevo y breve gobierno de Nur Muhammad Taraki promovió la cancelación de deudas usurarias, la legalización de sindicatos, la distribución de tierras fiscales, la creación de cooperativas campesinas y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, entre varias otras medidas.
Tras su derrocamiento en 1979, se profundizó un proceso de inestabilidad social que se extiende hasta la actualidad. El presidente norteamericano Jimmy Carter, firmó un decreto presidencial secreto que autorizaba la financiación de guerrillas muyahidines. Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad de EEUU, aseguró que el objetivo de esta política fue involucrar a la Unión Soviética en un conflicto costoso y distractor, “su guerra de Vietnam”.
En el Islam, un muyahidín es quien ejerce la yihad, es decir, una obligación religiosa, un “esfuerzo espiritual”.
De esta manera, se desarrolló una crisis civil en el marco de la Guerra Fría, donde se enfrentaron las fuerzas armadas afganas, apoyadas por el Ejército Soviético, contra los insurgentes muyahidines, apoyados por Estados Unidos.
En 1992, con la disolución de la URSS, se diluye también la republica y se instala el Estado islámico, regido por la ley sharia, un periodo donde se recrudecieron las luchas de facciones islámicas internas, que desencadena en la conformación del Emirato Islámico como gobierno en 1996, liderado por el movimiento talibán apoyados por Pakistán.
El Talibán es un movimiento y organización militar fundamentalista islámica, fundado por veteranos de la guerra contra la Unión Soviética y compuesto fundamentalmente por miembros pertenecientes a minorías étnicas de las tribus pastunes, junto con voluntarios uzbekos, tayikos, punyabís, árabes, chechenos y otros. La palabra proviene del vocablo árabe ṭālib, que significa estudiante.
El autoritario y represivo régimen talibán controló el territorio afgano con una radical e inusual aplicación de la ley sharia hasta 2001, cuando Estados Unidos, tras los atentados de las Torres Gemelas, invadió Afganistán con el objetivo de desmantelar a la red Al Qaeda, a la que responsabilizó por el ataque, contando con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU y varios países de la OTAN, que la declararon como una campaña en defensa propia.
Desde entonces, el pueblo afgano no ha dejado de sufrir las consecuencias de una guerra sin fin. De acuerdo con la ONU, más de 30% de la población enfrenta una emergencia o algún nivel de crisis de inseguridad alimentaria y tiene la tercera mayor población de desplazados del mundo.
El trasfondo
Tras diciembre de 1979, Carter anunció su Doctrina que consistía en que los Estados Unidos no permitirían que ninguna fuerza, diferente de ellos, obtuviera control del golfo Pérsico y que con la presencia de sus fuerzas navales protegerían el flujo de petróleo hacia Occidente.
Afganistán no solo es considerado un territorio estratégico por su ubicación, sino que a su vez cuenta con importantes reservas de recursos minerales. Es considerado uno de los centros mineros más importantes del mundo, al poseer reservas de litio, cobalto, cromo, cobre, oro, hierro, zinc, plomo, mármol o piedras preciosas, con un valor estimado por la inteligencia estadounidense en 1 billón de dólares. Fuentes estiman que Afganistán posiblemente tenga una de las mayores reservas de litio del mundo.
En cuanto a los hidrocarburos, si bien las fuentes principales de recursos energéticos de Asia Central son Kazajstán, en el caso del petróleo, y Turkmenistán en el del gas (cuarta mayor reserva de gas natural del mundo), Afganistán, cumple un papel clave en el desarrollo del proyecto de construcción del gasoducto TAPI (Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India), impulsado originalmente por la empresa argentina Bridas Corporation (perteneciente a la familia Bulgheroni) y disputado con las petroleras Union Oil Company of California y la saudí Delta.
El gasoducto de 1.814 kilómetros generará unos ingresos anuales de unos 400 millones de dólares y transportará gas natural del Mar Caspio de Turkmenistán a través de Afganistán a Pakistán y luego a la India. La construcción del proyecto comenzó en Turkmenistán en 2015 siendo desarrollado por el Banco Asiático de Desarrollo, pero su inauguración se ha ido retrasando desde 2018.
Los talibanes no ignoran la importancia del desarrollo del proyecto: Suhail Shaheen, miembro del equipo de negociación de los talibanes con sede en Qatar, declaró el 6 de febrero que su movimiento estaba ofreciendo “apoyo total para la implementación y seguridad de TAPI y otros proyectos de desarrollo en nuestro país”.
Los problemas de seguridad y la falta de infraestructura han dificultado a los capitales extranjeros la explotación de sus recursos. Sin embargo, los capitales chinos pudieron abrirse paso en este contexto, constituyéndose en el mayor inversionista extranjero del país. El gigante asiático produce el 40% del cobre mundial, casi el 60% de litio y más del 80% de las tierras raras, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Hua Chunying, portavoz del ministerio de Exteriores de China, a la pregunta sobre su reconocimiento al gobierno talibán, declaró que “China espera que los talibanes respeten sus promesas de establecer, mediante negociaciones, un gobierno islámico abierto e inclusivo. Esperamos una transición pacífica y que termine la violencia y el terrorismo”.
Conscientes de sus intereses, Lawrence Wilkerson, exjefe de gabinete de Colin Powell (Secretario de Estado del gobierno de George Bush), en una entrevista en el año 2018 reveló que entre las verdaderas razones de la presencia estadounidense en Afganistán “es porque hay 20 millones de uigures. Si la CIA tiene que montar una operación utilizando a los uigures, como ha hecho Erdogan en Turquía contra Assad, si la CIA quisiera desestabilizar a China, esa sería la mejor manera de crear malestar y junto con esos uigures expulsar a los chinos han de Beijing desde dentro y no desde fuera.”
Con una inversión militar estimada en 6.4 billones de dólares, los 20 años de guerra solo dejaron en Afganistán más de 150.000 muertos -casi 60.000 serían militares y policías afganos- y 1,2 millones de personas desplazadas, sumando al inacabado objetivo de terminar con “el terrorismo” donde la inestabilidad social y política sigue siendo característica de este territorio.
Atentado
Este jueves un atentado suicida reivindicado por el grupo jihadista Estado Islámico en las afueras del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul se cobró la vida de al menos 90 personas, de entre las cuales se encuentran 13 militares estadounidenses.
A modo de represalia, Estados Unidos lanzó el sábado un ataque con dron contra el grupo yihadista Estado Islámico en la provincia de Nangarhar. El mayor general William Taylor, durante una sesión informativa en el Pentágono, dijo que “dos objetivos de alto perfil del ISIS fueron abatidos”.
El presidente de EEUU, Joe Biden, declaró ante periodistas: “no lo olvidaremos, no lo perdonaremos, los perseguiremos y haremos que paguen por esto”.
Banco Mundial suspende fondos
Esta semana, a través de un comunicado, el Banco Mundial (BM) denunció la suspensión de la entrega de fondos dentro de sus programas de asistencia a Afganistán, en motivo de una “profunda preocupación” sobre la situación en el país por el “impacto en sus perspectivas de desarrollo, especialmente para las mujeres”.
Desde 2002, el Banco Mundial ha aprobado más de 5.300 millones de dólares en proyectos para el país asiático.