La madrugada del 26 de septiembre del 2014, policías municipales y militares de Iguala, Ciudad de México, atacaron y desaparecieron a 43 estudiantes que pertenecían a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
Todo empezó a raíz de que el 2 de octubre en México se conmemora la masacre de Tlatelolco sucedida en 1968. Debido a esto un grupo de estudiantes perteneciente a Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), miembros de la Escuela Normal de Ayotzinapa habían definido garantizar los recursos para asistir a la conmemoración.
La noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre se da aviso al cuerpo policial de Iguala que un grupo de estudiantes habían secuestrado tres colectivos de una central camionera. La única posibilidad de llegar con todo el contingente a la ciudad de México era conseguir 25 autobuses para el traslado que arrancaría en Ayotzinapa.
Pero la policía no quería evitar un “acto delictivo” esa noche, los autobuses secuestrados que pertenecían a la empresa “Estrella de Oro”, contenían un producto de interés para el grupo criminal “Guerreros Unidos”, quienes mantenían relación y protección por parte de María de los Ángeles Pineda, casada con el alcalde de Iguala.
Si bien no se han llegado a conclusiones exactas por inoperancia de los diferentes organismos encargados de investigar el caso, se entiende que uno de los colectivos tomados por los normalistas transportaba al menos 2 millones de dólares en heroína, propiedad del grupo de los Guerreros Unidos.
Durante la gestión del expresidente Enrique Peña Nieto, Jesús Murillo Karam, el exfiscal general, dijo que los estudiantes habían sido asesinados e incinerados en el basurero de Cocula, lo que calificó como la “verdad histórica”, pero esta versión fue rechazada por organismos de DDHH y familiares de los desaparecidos.
De los 43 estudiantes solo se lograron identificar 3 a través de restos fósiles encontrados, los demás nunca aparecieron y sus familias desde entonces lo buscan intensamente.
Han pasado 7 años desde los hechos de violencia que marcaron no solo la historia de México sino que cobraron relevancia mundial. La complicidad entre autoridades policiales con jefes de los famosos “Carter” de la zona no solo ha perjudicado la claridad de los hechos sino que demuestra a su vez la impunidad con la que se manejan los autores de esta atrocidad.