El programa de necesidades y reclamos comunes llevados adelante a través de movilizaciones y luchas en toda Latinoamérica viene siendo uno de los mayores logros del movimiento popular en la actualidad. Este programa, invisible ante los ojos oportunistas del realismo político, busca conducir la producción y la distribución de las riquezas en pos del bienestar de la población. Y, aunque el grado de avance al respecto es significativo, sigue siendo aún insuficiente para revertir la situación.
La fuerza social que lo impulsa logra mayores márgenes de autonomía a través del apoyo de amplias capas de la población y la progresiva contundencia de sus acciones. Además se logró imponer la denuncia contra la deuda, determinante común que afecta transversalmente la soberanía popular en su reclamo.
En oposición, los sectores dominantes se lanzaron al ataque ante el avance de la lucha popular. Así, el poder financiero global avanza en marcos de unidad que le permiten seguir estrujando el sudor a los trabajadores de todo el mundo y, con la complicidad de los poderes políticos y las clases parasitarias, imponen su plan a rajatabla. Ello profundiza la imperiosa necesidad de supervivencia a la que son empujados los pueblos impulsandolos a la lucha y creando también su reflejo en marcos de unidad progresivamente más amplios y heterogéneos por parte de las clases dominadas.
En este contexto, resurgen tendencias que proponen un futuro progresista, libre, humanista y redistributivo pero que materialmente ofuscan el avance popular. Así, el gatopardismo se infiltra como gusano en las entrañas de la organización de los trabajadores erosionando su capacidad organizativa y de enfrentamiento. La política “realista”, con reformas que enmiendan y parchan el sistema actual, no hace más que extender la agonía a la que está sometido el capitalismo desde sus inicios.
Aunque, debemos decirlo, su superación no se va a realizar sin una pelea encarnizada de las clases dominantes por mantenerse como tales. Vemos cómo, frente a la menor amenaza de cuestionamiento a su poder, no les tiembla el pulso de utilizar los métodos más crueles y violentos contra las masas populares. Por ello, es necesario el fortalecimiento de la organización e identificar las tendencias anteriormente mencionadas que nublan el camino en el que se emprendieron los pueblos del mundo para transformar la realidad.
Es el momento de acentuar las contradicciones en el seno mismo de la sociedad que, en su desarrollo, permitirá definir cada vez con mayor claridad los límites y posibilidades de un proyecto de poder popular verdaderamente emancipatorio. Para ello será necesario el desprendimiento de los trabajadores de su verdugo que históricamente impidió el paso firme y decidido de las masas por su liberación.