La última “corrida” del dólar profundizó la política monetaria a favor de los bancos y los fondos de inversión que fueron beneficiados con un nuevo aumento en el precio de las letras de liquidez del Banco Central y la devaluación de la moneda nacional.
En este marco, el FMI ajusta su programa a las necesidades del capital y golpea sobre el bolsillo de los trabajadores. Los ingredientes son los de una receta “ortodoxa”, aunque aún se rasguen las vestiduras de ser “progresistas” y a favor de las mayorías populares.
Así, los proyectos en pugna dirimen entre fortalecer la posición del dólar o favorecer el uso de yuanes con el multipolarismo según convenga a sus ganancias. La forma de que den curso a esta disputa es a costa del saqueo de los recursos naturales y de la fuerza del trabajo asegurándonos mayor empobrecimiento de la población.
En este marco, la política del régimen propone encolumnar las infanterías detrás de un nuevo año electoral prometiendo mejoras parciales con las mismas políticas que nos trajeron hasta esta crisis. Mientras tanto, la dirigencia de la CGT propone el consenso entre el capital y el trabajo, apelando a la responsabilidad empresaria y el proceso institucional/electoral para taponar el movimiento social de protesta.
La fórmula es clara: fortalecer la cohesión y la paz social, asegurar la gobernabilidad, mientras se garantice en paralelo el saqueo por parte de las finanzas globales. Por ingenuidad, distracción o consentimiento, proponen cocinarnos en nuestra propia salsa para luego servirnos como banquete.
Frente a ello, y de cara a un nuevo aniversario del Día Internacional de los Trabajadores, debemos darle curso a nuestra política como clase trabajadora en la que garanticemos las condiciones de una vida digna contra la especulación financiera y el despojo mercantil del dinero.