Tras el golpe de Estado y el armado del nuevo gobierno en Níger, los países de la CEDEAO se reunieron para intervenir militarmente y “restaurar el orden constitucional”.
El 26 de julio pasado, la guardia presidencial retiene a Mohamed Bazoum, presidente de Níger. Con el correr de las horas se confirma que una junta militar autodenominada como “Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria” y liderada por Abdourahamane Tchiani, había detenido al presidente Bazoum y establecido un gobierno de facto bajo el control de Tchiani.
En los días posteriores al golpe, y tras una serie de declaraciones y medidas que contrariaban los intereses occidentales en el país -como la suspensión de la exportación de uranio a Francia-, diversos países de la región y del mundo comenzaron a tomar partido en el conflicto.
Entre quienes se manifestaron en contra de la junta militar se destaca a EE.UU., Francia y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que actualmente está integrada por 11 países del África subsahariana occidental.
Por su parte, Mali y Burkina Faso, también lideradas por juntas militares, brindaron su apoyo al nuevo gobierno de facto en caso de que las tensiones se acrecentaran.
La posibilidad de la intervención militar
El jueves 17, los líderes militares de los países miembros de la CEDEAO se reunieron en Ghana para coordinar una respuesta a la situación en Níger. En este marco, se decidió activar una “fuerza de reserva para restaurar el orden constitucional” en Níger, y exigir la liberación del expresidente Bazoum.
Por su parte, la Unión Africana, institución que nuclea a 55 naciones de África, se opuso a la posible intervención militar, a pesar de haber afirmado el rol de la CEDEAO como organización necesaria para brindar una solución a la crisis en Níger.