La denuncia de las organizaciones alertando acerca del peligro de un eventual triunfo de Javier Milei no repara en los riesgos de la continuidad del ajuste del gasto público, el pago a la deuda externa y el beneficio de los grupos económicos concentrados. En ese marco, sólo parece tratarse de un problema de “formas” para implementar esta política.
El alarmismo que se difunde por “el regreso de la derecha” parece no dar cuenta que los relatos de especulaciones futuras ya pasaron a ser una realidad del tiempo presente: el crecimiento de la informalidad laboral, la caída de los salarios, el aumento de la pobreza, y el desfinanciamiento de la salud y la educación.
Como parte de este proceso, la devaluación de la moneda el día siguiente a las PASO, que atacó una vez más el ingreso de los trabajadores, fue asumida como un síntoma inherente al proceso electoral y no como una maniobra de los sectores de poder.
Sin asumir que esta elección (y cualquier otra) se realiza en el marco de un régimen de dominación no será posible comprender la profundidad de la debilidad en la que nos encontramos sumergidos como trabajadores.
Para superar la “trampa”, debemos poner por delante nuestras relegadas condiciones de vida como prioridad para la defensa de nuestros intereses. Y para ello será necesario recomponer no ya a un candidato, sino una fuerza propia que supere los vaivenes del mercado político.