Más de la mitad de los hogares no llegan a cubrir una canasta básica familiar. En los sectores donde crece la informalidad y el cuentapropismo, se reducen los salarios.
La población total de Argentina casi llega a las 47 millones de personas, de las cuales se encuentran ocupadas el 45%, es decir, aproximadamente 21 millones de trabajadores/as. Los mismos, según el informe del INDEC “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”, tienen un ingreso mensual promedio de $180.000.
Según el informe “Remuneración al trabajo asalariado”, del total de puestos de trabajo el 50% son asalariados registrados, lo que se conoce popularmente como “trabajo en blanco”.
Mientras que el resto de los puestos de trabajo se dividen 25% y 25% entre “Asalariados no registrados”, lo que se conoce popularmente como “trabajo en negro” o “informal”, y “No asalariados”, conformado principalmente por monotributistas y, en menor medida, por patrones cuentapropistas.
Esta modalidad de monotributo es relativamente nueva en la historia del país. Su surgimiento en la década del 90’ permitió flexibilizar el trabajo registrado a través de contratos temporales y por fuera de las regulaciones y leyes laborales devenidas de décadas anteriores.
Informales y “no asalariados”
La actual composición del trabajo tiene profundas consecuencias en el impacto sobre las condiciones de vida de la población. Como pantallazo general, los/as trabajadores/as registrados/as durante el año 2022 realizaron su trabajo por una remuneración mensual promedio de $209.946, mientras que los no registrados lo hicieron por $43.157.
En el informe del INDEC se puede ver cómo en los distintos sectores productivos, a medida que crece el trabajo informal también crece la modalidad de trabajo no asalariado, como decíamos anteriormente, trabajó registrado bajo la figura de monotributista o cuentapropista.
Esto a su vez, muestra la correlación existente entre la suba de estas dos modalidades de trabajo, el informal y el monotributista, y la reducción de las remuneraciones salariales, es decir el monto destinado al pago de salarios.
Por ejemplo, en el sector del comercio (con el 32% de asalariados registrados) la remuneración promedio por hora fué de $911; mientras que, en la actividad minera (con el 85% de asalariados registrados) fue de $3.330. De esto se puede deducir que en los sectores en los que crece el cuentapropismo y la informalidad laboral, los trabajadores de ese sector cobran menos por hora trabajada.
Otro indicador que refuerza lo anterior es el brindado por el Índice de Salarios, donde se muestra que durante el último año los asalariados registrados aumentaron un 114% sus ingresos (ya de por sí debajo del índice inflacionario), mientras que los no registrados lo hicieron sólo un 82,4%.
Comparar estos índices dan un claro pantallazo de cómo la informalidad del trabajo junto al cuentapropismo o monotributo es un orden laboral que responde a las necesidades de explotación de la fuerza de trabajo y obtención de utilidades, y no de las necesidades de mismos trabajadores/as que realizan la producción.
Qué producen y qué reciben los/as ocupados/as
Se estima que en el año 2022 el Producto Bruto Interno (PBI), número que representa al conjunto de la producción de la economía durante el año, fue de alrededor de 83 mil millones de pesos.
De ese monto, descontando impuestos y otros elementos, resulta que el valor agregado bruto (VAB), es decir el valor que agregó la fuerza de trabajo en el proceso de producción, fue de $69 mil millones.
Si dividimos ese monto por el total de los puestos de trabajo del periodo, tenemos que cada trabajador/a agregó valor por $3.100.000 promedio, aproximadamente, recibiendo por ello una retribución de $1.862.493 en promedio, esto es un 59% del total del VAB.
En la actualidad, los tres sectores con mayor cantidad de puestos de trabajo son Comercio, con 3,9 millones; la Industria Manufacturera, con 2,6 millones; y la Construcción con 1,8 millones. En conjunto, representan el 40% del total de los puestos de trabajo.
Además, estos tres sectores son los responsables del 43% del valor agregado bruto total, con 29 mil millones de pesos, aunque la remuneración al trabajo asalariado sólo representa el 29% del total, unos 9 mil millones de pesos. Esto marca como en los sectores con mayor cantidad de trabajadores/as es aún mayor la explotación sobre el trabajo asalariado.
Ingresos y condiciones de vida
En la actualidad cada trabajador de Argentina recibe $2.140.648 al año. La Canasta Básica Total que elabora el INDEC, la que delimita el índice de pobreza, una familia de 4 integrantes necesita al año $2.987.544. Esto quiere decir que el salario anual promedio de toda la población trabajadora le alcanza para cubrir 8 meses y medio de Canasta Básica.
Esto se puede contrastar con los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC donde se menciona que al primer trimestre de este año sólo el 20% de los asalariados superó los $180.000 mensuales. Allí también puede verse la vinculación directa entre el porcentaje de trabajo registrado (en “blanco”) y el ingreso.
Por ejemplo, en el decil de la población con mayores ingresos (que cobran a partir de $220.000), sólo el 5% se encuentra no registrado. Mientras que en el decil con menos ingresos (que cobran entre $700 y $31.000) el trabajo no registrado es del 87%.
En ese mismo informe se visualiza que el 60% de los hogares, en dónde viven 16 millones de personas, tuvieron un ingreso mensual inferior a $210.000, apenas superando la CBT para tres integrantes.
Qué se llevan las empresas
En el último informe de Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra, el excedente de explotación bruta (es decir, el conjunto de los precios de la economía exceptuando los “costos” de la remuneración al trabajo) fue en 2022 de $31.347 mil millones.
Esto quiere decir que cada trabajador produjo en el año $1.403.251 para recompensar a los proveedores, la deuda, pagar los impuestos y, eventualmente, financiar la inversión o parte de ella a los propietarios de las firmas y empresas en las cuales trabajan.
Como vemos, este “excedente”, que surge de la diferencia entre lo total producido por los trabajadores y lo que se retribuye a estos por el trabajo realizado, es lo que constituye la propiedad privada, justamente “privando” a sus verdaderos productores de su “utilidad”, es decir el beneficio de dicha explotación.
Las 500 empresas más grandes
Dicha tendencia se profundiza aún más dentro de las 500 empresas más grandes del país. Según el Censo Económico 2020-2021 la participación de los salarios en el VBP de estas 500 empresas es del 25,8%, mientras que las remuneraciones, es decir el ingreso sin contar las contribuciones patronales, forman parte sólo del 10% en el 2021.
El informe arroja que estas grandes empresas han tenido una utilidad media por asalariado de $1.509.917. Teniendo en cuenta la utilidad total dividida entre las 500 grandes empresas, da que cada una de ellas se llevó en promedio $2.400 millones de utilidad en el año.
Estas exorbitantes ganancias devenidas del proceso de producción es contrastable con el bajísimo porcentaje destinado por estas mismas empresas al trabajo asalariado, expandiendo aún más la brecha entre la situación de pobreza y la explotación sostenida por la actual organización social de la producción y el trabajo.