Las grandes corporaciones económicas, entidades gremiales del sector empresarial y sus ejecutivos de finanzas a través de distintas iniciativas enuncian las medidas concretas que debe tomar el gobierno actual o el venidero, sea cual sea, pero siempre en pos de sus intereses.
A pesar de no vincularse públicamente entre sí, o formar parte de un mismo partido político, tienen un punto en común entre ellos: el desarrollo del mercado de capitales a través del fomento de las finanzas, las inversiones extranjeras y las exportaciones.
Allí, en el mercado, guerrean por ver quién controla los hilos de todo el entramado económico a través del dinero, la deuda y su presencia en los distintos sectores de la producción.
Sólo dentro de esos límites es donde debaten sus proyectos, liman sus asperezas y discuten la mejor política a implementar llamando a los trabajadores a participar en una cancha ya marcada.
En ese sentido, las decisiones sobre el impuesto a las ganancias, la quita del IVA o la ampliación del presupuesto a la educación, luego de una política sistemática de pérdida de poder adquisitivo, endeudamiento y ajuste, son una muestra de la imposición de estos límites.
Estas decisiones, aunque sean presentadas como progresivas para las condiciones económicas de los trabajadores, nos invitan a servir de infantería de la política e iniciativa dominantes. De esta manera se nos niega la posibilidad de revertir de raíz los problemas que nos afligen y asedian