Larry Fink, CEO del fondo de inversión BlackRock, anunció su visita al país en mayo de este año para afianzar sus posiciones en el mercado inmobiliario y energético.
El fondo BlackRock surge del proceso en el cual los Fondos Comunes de Inversión se vuelven la forma del capital dominante globalmente. Este basa su dominación en el control del dinero, con emisión monetaria y deuda “pública”, y de los principales eslabones productivos y logísticos a través de las megacorporaciones profundamente subordinadas a la necesidad de crédito de estos fondos. De esta manera establecen las condiciones de la lucha social y política a escala global.
En Argentina, es bajo la última dictadura militar cuando comenzó el proceso de dominio y control directo en la superestructura política por parte del capital financiero. Su estrategia se basó en ubicar en todas las áreas claves de la economía y el aparato estatal a funcionarios o miembros de grandes grupos económicos.
Allí es donde se impone el Plan Martínez de Hoz basado en una fuerte reducción del salario real, liberalización del sistema financiero y apertura de la economía. Lo que Rodolfo Walsh llamaría la “miseria planificada”.
Las cadenas que no supimos romper
A partir del golpe militar, la política “monetarista” subordinó lo productivo a través de un abundante crédito externo destinado a desarrollar en profundidad la fase especulativa. De esta manera, se establece la nueva reglamentación del status quo: la Ley de Entidades Financieras que, junto a otras leyes más, siguen vigentes hasta el presente.
Este endeudamiento fue la herramienta que permitió desarrollar el esquema de poder del capital financiero dentro de una fase rentista y especulativa. En estas condiciones, replicadas bajo otros formatos hasta la actualidad, el capital financiero reforzó su dominación estratégica en el país.
Para estos fondos los “mercados emergentes” son atractivos para invertir. Según La Nación, BlackRock posee en el país unos 16.700 millones de dólares en títulos públicos bajo legislación extranjera, equivalente a más del 25% de la deuda externa en manos privadas, que incluye el 16% de los bonos del canje de 2005, y aproximadamente el 32% de los bonos que fueron emitidos durante la presidencia de Mauricio Macri.
Pero este fondo no sólo tiene posesión de deuda del estado nacional, sino también de las provincias, como en el caso de la provincia de Buenos Aires que, en 2020 cuando se enfrentó a una de sus mayores reestructuraciones, fue una de las cabezas de la negociación. Este grupo fue protagonista del bloqueo al BP21 para ganar poder de veto en caso de recibir una oferta “agresiva”.
En el mercado nacional, además de tener títulos de deuda de las distintas escalas del estado, se estima que BlackRock sería el principal accionista minoritario del Grupo Galicia, Edenor, Telecom y de Central Puerto, el segundo tenedor de títulos de Banco Macro y Transportadora del Gas del Sur, mientras que tendría participación relevante en Supervielle, Santander, Pampa Energía, Loma Negra e IRSA, sólo por nombrar algunas.
Su injerencia en la política local se acentuó con la negociación de la deuda pública en 2005 y hasta el presente no hizo más que ganar posiciones dentro del sistema de crédito en empresas públicas y privadas.
Las reuniones con gobiernos, políticos y funcionarios nacionales se celebran como cumbres anuales de las cuales poco se da a conocer. El 25 de octubre de 2016, Larry Fink fue recibido por el entonces presidente Mauricio Macri, a quién le comunicó su interés de participar en el mercado inmobiliario de la Argentina e invertir en el área energética.
Al año siguiente, junto a Goldman Sachs, Marathon, Bluebay, Wellington, Discovery Capital, Fidelity, JP Morgan, Lazard y Western, se hicieron con el 53% de los Bonos Internacionales 2117 de Argentina, una emisión con la cual el país se comprometió al pago de intereses y devolución a 100 años.
Usando a su favor el sistema de partidos y gobiernos
Previendo la reestructuración financiera del estado nacional, Martin Guzman, ministro de Economía en 2020, se reunió con inversionistas, banqueros y acreedores en la sede del Consejo de las Américas en New York, entre los que se encontraban los fondos Templeton y BlackRock, además de Corporación América, Bank of America, JP Morgan y agencias de riesgo.
Ese mismo año se conformó el “Grupo de los Cinco”, que luego pasó a llamarse “Comité de Acreedores de Argentina” (ACC, por sus siglas en inglés), compuesto por BlackRock, Greylock Capital, Fidelity y T. Rowe Price Group, entre otros, quienes impusieron las condiciones para sacarle el mayor provecho a la deuda y seguir teniendo atado al país a renegociaciones permanentes.
Este grupo mencionó en un comunicado que no iban a tolerar que se busque “colocar una parte desproporcionada de los esfuerzos de ajuste a largo plazo de la Argentina sobre los hombros de los tenedores de bonos internacionales“. Cuestión que les sirvió como pretexto para rechazar las propuestas iniciales.
Cabe destacar que todas estas reuniones y negociaciones se hicieron bajo Acuerdos de No Divulgación y documentos confidenciales para “mejorar el `feedback` con los inversores”.
Tal fue y es la subordinación del sistema político que previo a que el acuerdo final con el FMI pasase por el Congreso, Guzman y el jefe de Gabinete Juan Manzur se reunieron con los fondos de inversiónpara presentarles “los principales lineamientos y perspectivas de la política y de la economía y los avances en la negociación” para dar el visto final.
De hecho, en diciembre de 2021, BlackRock, Wellington, TCW, Lazard y Prudential se reunieron con funcionarios del oficialismo y de la oposición para terminar de afinar los detalles de la negociación.
De buitres a leones
Es en este contexto que se desarrolla la lucha por los recursos del país en la actualidad y las nuevas regulaciones que favorecen el saqueo. Desde su formación, esta aristocracia financiera utilizó los estados nacionales con sus gobiernos y sistemas de partidos, sin que le interesara demasiado la inclinación ideológica de los mismos, para continuar las relaciones de explotación y dominación.
El desarrollo de la crisis a la que empujaron a toda la sociedad se lleva puesta no sólo a fracciones del pueblo trabajador y el pobrerío de los países “emergentes”, sino también capas de comerciantes, propietarios y grandes industriales/prestamistas nacionales. De ahí la profundidad de la crisis actual, ya no tienen más por dónde recortar.
Estos grupos sólo tuvieron en cuenta a los trabajadores para ajustar sus condiciones de vida y fomentar a través de distintos instrumentos político-ideológicos su fragmentación. Esta división es la garantía de su poder no sólo en el país, sino en todo el mundo.
La etapa de recrudecimiento de las condiciones de vida es una manifestación del problema de acumulación y concentración que no están pudiendo resolver ni aun con todo el ajuste y explotación creciente que promueven.
De hecho, el DNU 70/2023 y la “Ley Ómnibus” busca asentar prácticas que se vienen implementando hace tiempo, como la reforma laboral, la pérdida del poder adquisitivo y la entrega de recursos nacionales cómo el petróleo, el litio, las oleaginosas, entre otros.
En este contexto se da la reunión de Javier Milei con Larry Fink, en medio de la profundización de la política de ajuste, repercutiendo directamente en vastos sectores del pueblo que han demostrado su descontento con el anuncio de las nuevas medidas.
Según la Oficina del Presidente de la República Argentina (OPRA) dijo que Fink “manifestó su interés por evaluar in situ oportunidades de inversión en infraestructura en el país, lo cual augura un impulso al desarrollo económico”. Para avanzar en las negociaciones, “Fink confirmó su visita a la Argentina en mayo, donde será recibido por el presidente Milei y su equipo a fin de concretar posibles proyectos de inversión”.
En tan sólo una semana después de la reunión, la Comisión Nacional de Valores (CNV) hizo suya las peticiones del sector financiero eliminando el parking, mecanismo por el cuál quienes operaban los bonos de deuda soberanos debían esperar un plazo de 5 días para girarlos al exterior, cuestión que, con la nueva normativa, se podrá realizar inmediatamente. Al día siguiente, BlackRock adquirió 1,8 millones de dólares del Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal) lanzado por el gobierno nacional.
Ante la visita de Fink, la pregunta es qué recibimiento le dará el pueblo trabajador en una tierra arrasada y dominada por los intereses financieros desde la dictadura hasta la actualidad, de la cuál BlackRock ha sido uno de sus mayores beneficiados. Con lucha y poder se impusieron, con no menos se los podrá despojar de su posición y así liberarnos definitivamente de las cadenas que nos atan a este proyecto de miseria y crisis planificada.