La iniciativa de doblegarnos para vencernos como trabajadores está a la orden del día. Los resultados fiscales que hoy celebran como trofeo de guerra no es otra cosa que el resultado de un ataque directo a los que viven del trabajo. En paralelo se brindan concesiones para atraer inversiones a costa del empeoramiento diario de las condiciones de vida, empujando a la clase trabajadora al límite de la supervivencia misma.
Esta es la condición para que se concentre y realice el capital como formación social dominante requiriendo de mayores beneficios que solo les será posible conseguir sobre una base de mayor explotación y empobrecimiento.
Por ello es que nos piden paciencia y calma, augurando los frutos de esta cosecha. Lo cierto es que a los frutos, y a la cosecha, los antecede la siembra, y aquello que está siendo plantado sólo puede decantar en vidas más precarias e indignas.
Los supuestos beneficios de la libertad de elección se derrumban por la competencia voraz entre los capitalistas que asisten al mercado con sed de saqueo. La “libertad” de elegir la obra social y negociar individualmente los convenios laborales son señuelos con los que se apunta a desbaratar los últimos nichos organizativos con los cuales contamos.
El despertar de estos tiempos nos invita a tomar posición de combate para elevar el nivel de lucha hoy marcada en la disputa por la renta. Es por ello que debemos cambiar las condiciones de fuerza que posibilitaron la definición por decreto del piso salarial planchase por completo nuestro salario. Hacia delante todas las iniciativas deben contener la demanda por un salario igual o mayor a la canasta básica total.