Larry Fink, consejero delegado del fondo de inversión, apuesta a aumentar la edad de las jubilaciones y al desarrollo de infraestructura.
El fundador del fondo creado en 1988, que gestiona más de la mitad de sus 10 millones de dólares de activos en pensiones de retiro, publicó su carta anual dirigida a inversores titulada “Tiempo de repensar la jubilación”, donde destacó dos retos de las sociedades contemporáneas: la presión de los sistemas de pensiones debido al envejecimiento de la población y la inversión en infraestructuras para la transición energética y digital.
Por un lado, Fink explicó que la primera “es una propuesta mucho más difícil que hace 30 años. Y será una propuesta mucho más difícil dentro de 30 años. La gente vive vidas más largas. Necesitarán más dinero. Los mercados de capital pueden proporcionarlo”.
Ante ello, planteó repensar la concepción de las pensiones: “Me parece un poco loco que nuestra idea ancla para la edad de jubilación adecuada -65 años- tenga su origen en la época del Imperio Otomano”, comentó Fink.
“¿Cómo vamos a construir la enorme cantidad [de infraestructura] que el mundo necesita?”, se preguntó por otro lado. Explicó que “a medida que los países descarbonizan y digitalizan sus economías, están sobrecargando la demanda de todo tipo de infraestructura” . Y al igual que las pensiones, sugirió que “los mercados de capitales pueden ayudar a los países a alcanzar sus objetivos energéticos, incluida la descarbonización, de una manera asequible”.
Reafirmó a EE.UU como la principal potencia económica a nivel mundial debido a que el mercado de acciones y bonos satisface el 70% de las necesidades de financiación de las empresas nacionales, mientras que en China las compañías dependen en un 65% de los préstamos bancarios. “Los países que buscan la prosperidad, no solo necesitan sistemas bancarios fuertes, sino también mercados de capitales robustos”.
Finalmente, el referente de Blackrock cerró su misiva con una férrea defensa del capitalismo: “A pesar de la tensión anticapitalista en los políticos modernos, la mayoría de los líderes mundiales todavía aprecian lo obvio: ninguna otra fuerza puede sacar a tanta gente de la pobreza o mejorar el nivel de calidad de vida como el capitalismo”.