La guerra por los recursos no se detiene. Esta vez, producto de la licitación por el control de la vía navegable, el río Paraná fue testigo de la disputa. Mediante este proceso se expresaron los conflictos entre los grupos económicos en su lucha por conquistar el territorio.
Si miramos hacia atrás, en 1845 durante la batalla de la Vuelta de Obligado -por la cual hoy recordamos cada 20 de noviembre el Día de la Soberanía- luchamos contra intereses que se presentaban como naciones extranjeras. Hoy, esa forma cambió, y estos piratas pelean sin bandera, defendiendo sus ganancias sin importar el territorio dónde asentarse.
El punto neurálgico de esta guerra puede verse con la gira emprendida por el gobierno en Washington, dónde se reunió con los organismos de crédito, que esperan ansiosos por apropiarse del superávit fiscal por medio del pago de la deuda.
Motivados por el ajuste, van plantando las semillas para un acuerdo que profundice el saqueo y la dependencia. Para llevarlo a cabo exigen mayor ajuste, venta de empresas públicas y fortalecer el rol primario-exportador.
En ese contexto, las portadas de los medios “denuncian” la estafa del presidente por la cripto $LIBRA. Pero la conquista de los territorios por donde circula el 80% de las materias primas, y el endeudamiento externo, son los verdaderos resortes que posibilitan la estafa que recae sobre el pueblo.
Casi como un señuelo el movimiento se embarca en la discusión por el juicio político, mientras por detrás el verdadero robo sucede sin mayores repercusiones. En ese sentido, retomar el debate acerca del estado actual del conflicto económico que atenta contra los trabajadores y los recursos es un desafío de primer orden.