Queda a la vista que las distintas fracciones dominantes dejan en segundo plano las ideologías cuando se trata de defender sus intereses materiales. En el escenario internacional la definición de las distintas fuerzas políticas deja ver esta afirmación con claridad, particularmente con las llamadas “izquierdas” o “derechas”.
Por ejemplo, Donald Trump, considerado de derecha encabeza los acuerdos de paz en Ucrania, mientras que la socialdemocracia europea, ligada a la “izquierda” y el “progresismo”, busca a toda costa continuar con la guerra hasta forzar una posición de fuerza favorable, incluso cuando ello siga implicando destrucción y miseria para la población.
En el plano nacional este escenario se materializa en la presión de grupos de poder por definir cuándo y de qué manera será la próxima devaluación.
Esto acontece en un marco dónde el ministro Caputo, incrementó la deuda pública en $96.042 millones de dólares en tán solo un año (casi el doble que el préstamo tomado por Macri con el FMI), impulsada principalmente por el endeudamiento en pesos.
En la guerra de quienes pretenden una devaluación quedó el mismo Grupo Clarín que, tras adquirir Telefónica, fue acusado de monopolio por el gobierno que pregona el libre mercado.
Finalmente los sectores agroexportadores esperan la devaluación para incrementar sus beneficios, pero el gobierno de las finanzas les responde invitándolos a servirse de las ganancias “seguras” con el actual esquema de bicicleta financiera.
Ante el conflicto arriba, el movimiento social entra en lucha y movilización, como los trabajadores de Luz y Fuerza y de la salud en Córdoba, los de Granja Tres Arroyos en Concepción del Uruguay o los docentes de México. Fortalecer esta posición priorizando nuestros intereses materiales será la única manera de afrontar de raíz nuestros problemas.