En el país, existe una “tríada” de instituciones que orquestan el poder desde el Estado: el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores y la Secretaría de Finanzas.
La semana pasada, esta tríada convalidó un nuevo avance de su estrategia tras conseguir endeudarnos por 2.000 millones de dólares con bancos extranjeros.
Además, liberaron restricciones para la operación de inversores en el mercado especulativo y eliminaron el plazo mínimo de 6 meses para que inversores no residentes operen en el mercado de cambios.
Mientras, el FMI vigila de cerca el programa económico de Argentina -el país más endeudado del mundo- tras prestarle 20 mil millones de dólares, con el objetivo de acumular dólares para incrementar las reservas del Central.
Pero los dólares esperados no llegan, ya que ven más rentable hacer “timba” con un dólar que interpretan “barato” para operar la “bicicleta financiera” alimentando el circuito del endeudamiento y la fuga.
En poco más de un año y medio el nuevo endeudamiento del Estado creció más de 100.000 millones de dólares. Y, entonces, cuando nos cuestionamos la “mala administración” gubernamental, hay que tener en claro que no se trata de una “gestión errónea”, sino que la tríada viene a consolidar un modelo financiero sujeto a los beneficios de actores globales de la deuda.
Por lo tanto, mientras intentan desviar nuestra atención a la farándula de la política, lo central pasa por el sistema de endeudamiento que subordina todos los enfrentamientos sociales. Romper con la alianza del Gran Capital Financiero es nuestra guía para que la educación, salud y el trabajo precario dejen de ser la película diaria que nos toca vivir en este país del circo sin pan.
