En todos lados la crisis se nos presenta expresada como desempleo estructural, industrias que cierran, despidos, recortes en salud, educación y la profundización de una economía primarizada sobre la explotación de trabajadores y recursos naturales.
Con la peculiaridad de que no se trata tan sólo de un problema local/nacional. Es una crisis intrínseca del capitalismo que intenta por todas las vías reinventarse para sostenerse en pie. Y esta situación conduce a los grupos de poder a enfrentarse a sí mismos por diversos frentes.
Entonces lanzan guerras económicas, como el caso brasilero que muestra la lucha interna por definir el precio del dinero , teniendo en vilo a los industriales contra los grupos financieros.
También podemos mirar la provincia de Córdoba, dónde el gobierno ajusta sobre los trabajadores estatales, docentes, de la salud, entre otros, mientras sale al mercado de la deuda celebrando el regreso a Wall Street.
En paralelo acontece la guerra armamentística que amenaza la propia existencia del planeta con la utilización de armas nucleares. El frente bélico en Medio Oriente ha dado muestras de este recrudecimiento.
Pero, tal como venimos señalando en otras ediciones, al ser crisis orgánica del sistema, no se resuelve por la mera diplomacia como intenta presentarlo, por ejemplo, con la intromisión del gobierno de EE.UU. anunciando la “paz”. En cambio, en este estado de cosas, lo único real es el enfrentamiento en curso y lo demás es parte del circo.
Por lo tanto, la salida está puesta en asumir esta pelea con ese marco de condiciones. Pueblos del mundo están dando muestras de que es posible, como el caso panameño, dónde las reivindicaciones por condiciones de vida digna son la prioridad.
