Durante las últimas semanas, gobiernos y organizaciones se posicionaron con el objetivo de elevar la presión a Israel para poner fin al conflicto en Gaza.
A finales de julio, el gobierno del Reino Unido, a través de su primer ministro, Keir Starmer, anunció que reconocerá al Estado de Palestina en septiembre, en el marco de la celebración de la Asamblea General de la ONU, a menos que Israel adopte “medidas sustanciales” en Gaza, incluyendo un alto el fuego.
A su vez, la propuesta por la convivencia de los dos estados en Oriente Medio fue el motivo central de una conferencia presidida por Francia y Arabia Saudí en la ONU. A su término, el gobierno francés, junto a otros 14 países, realizaron el “llamado de Nueva York” para instar a otros gobiernos a sumarse al posicionamiento.
A semanas de los enfrentamientos con Irán, el ejército israelí bombardeó el Ministerio de Defensa en la capital de Siria. También intensificó los ataques a Gaza y bloqueó la ayuda humanitaria.
Durante la conferencia, 17 países pidieron el desarme de Hamás y la creación de un comité administrativo de transición en Gaza bajo el amparo de la Autoridad Palestina.
En la actualidad, Palestina cuenta con un estatus de Estado observador no miembro en la ONU. Esto significa que no puede votar en la Asamblea General ni formar parte de sus órganos internos.

Por otro lado, el denominado Movimiento Comandantes por la Seguridad de Israel (CIS), conformado por 550 ex jefes del Mossad, altos militares, y funcionarios de la seguridad de Israel, pidió en una carta al presidente estadounidense, Donald Trump, que presione al premier Benjamin Netanyahu para que ponga fin de inmediato a la guerra en Gaza.
También se registraron bloqueos de trabajadores estibadores realizados en diversos puertos de Francia, Marruecos, Italia, Grecia y Suecia, en el marco de una protesta coordinada para frenar el envío de armas a Israel.