Las recientes operaciones estadounidenses en el mar del Caribe bajo el pretexto del combate al “narcoterrorismo” revelan la importancia de América Latina en la contienda global.
Robert Lighthizer, representante de Comercio en el primer gobierno Trump, explicitó los objetivos de la estrategia occidental en la región: limitar el avance chino. “Lo que necesitamos es que la Argentina esté de nuestro lado”, planteó.
En ese marco, el Comando Sur impulsa encuentros con mandatarios de distintos países. Su última parada fue en Argentina donde se reunió con el gobierno y la cúpula militar.
La otra cara de esta guerra se lleva adelante en el frente financiero: donde la industria nacional queda relegada ante el poderío de los grandes fondos de inversión que ganan cada vez más terreno.
En dicho escenario el Gobierno Nacional hace malabares con las variables para evitar la conflictividad social y continuar garantizando los beneficios de los especuladores. Para ello tiene que dar algunas concesiones a los sectores de poder como lo hizo con los bancos.
Entre medio, la actividad económica no repunta y son los mismos trabajadores quienes denuncian que “mientras Milei y Caputo subsidian a los bancos con jugosas tasas, estrangulan el consumo popular, golpeando duramente a asalariados, jubilados y pequeños comerciantes”, como dijo la Coordinadora de Docentes.
Así, mientras distintos sectores apuestan sus fichas a las candidaturas en las próximas elecciones, nuestro accionar se encuentra totalmente condicionado por este marco de disputa.
Si no logramos construir una fuerza capaz de apropiarse los territorios y los recursos producidos, sólo contaremos con una ilusión de poder que en nada cambiará nuestras condiciones materiales.