Las protestas en latinoamérica se desatan ante el saqueo del Estado a los que trabajan y producen diariamente.
En Ecuador el gobierno anunció la quita de subsidios a los combustibles para sostener la austeridad. Pero la decisión esconde las transferencias de recursos generados por el trabajo hacia el pago de la deuda externa.
“Basta de obedecer al FMI, fortalezcan la educación, la salud y respeten la vida”, gritó el pueblo ecuatoriano que sostiene una huelga general por hace más de 10 días.
En Argentina, la quita de retenciones tuvo como beneficiarias a solo 10 empresas agroexportadoras, mientras miles de productores deberán vender a futuro granos cargados de impuestos.
Asimismo, los estudiantes que intentan desarrollar su formación en la universidad ven que el tiempo se agota. La presión sobre las condiciones de cursado se hacen insostenibles por una política que desfinancia la educación a costa de garantizar estabilidad a los acreedores de la deuda.
Los conflictos bélicos en Ucrania, el genocidio en curso en Gaza y la militarización de America Latina no permiten visualizar su relación con la guerra por definir un nuevo orden global emprendida por los capitales financieros.
En esta situación los trabajadores somos convocados a participar del Estado como ciudadanos que “eligen libremente” sus candidatos cada dos años. Quizás debamos romper esa matriz poniendo sobre la mesa los conflictos en curso y, por lo tanto, las tareas pendientes.