Las familias trabajadoras sufrieron las consecuencias catastróficas de la pandemia, donde el 60% de la población vive con $17.600 o menos y alrededor de 5 millones de personas viven en la indigencia.
En base a los informes periódicos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se puede observar como el hacinamiento, el hambre y la explotación sobre el trabajo forman parte de una situación estructural y necesaria para el desarrollo de este orden social.
A partir de ello, como pueblo nos debemos una respuesta efectiva que no permita el atropello de la propiedad sobre los hombros de las familias trabajadoras. Existen innumerables reportes e informes que comentan respecto a las extraordinarias ganancias que obtuvieron sólo un par de multimillonarios, firmas multinacionales y fondos de inversión, en paralelo a la pauperización de millones y millones de personas en todo el mundo.
Estos trabajadores y trabajadoras, niños y jóvenes, viven como reserva a la espera de que un propietario los contrate, y así hacen girar la rueda. Vemos como resultado de esto lo ya explicitado en el párrafo anterior: por una lado, grandes capitales cada vez más concentrados, y por otro, masas de trabajadores y trabajadoras en la miseria.
Tomamos de referencia los informes correspondientes a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Los mismos contemplan a 31 aglomerados urbanos, conformados aproximadamente por 28,5 millones de personas que corresponden al 60% de la población del país. Teniendo en cuenta que la población de Argentina es de unos 46 millones, los números que aquí se mencionan son considerablemente menores a los de la realidad.
Vivienda
Según el informe Condiciones de Vida del INDEC sobre el segundo semestre de 2020, en alrededor de 2.325.000 hogares viven personas en condición de hacinamiento, esto quiere decir que viven dos o más personas por habitación. A su vez, de estos, cerca de 1.500.000 personas viven en hacinamiento crítico (tres personas o más por habitación).
El acceso a las cloacas es una utopía para 8.892.000 personas que viven en sus hogares sin ellas, a pesar de ser un elemento tan esencial para la higiene de las familias. En cuanto a los aspectos externos de las viviendas, 2.300.000 de personas viven cerca de basurales y 3.600.000 en zonas inundables, significando un serio riesgo para la salud de sus ocupantes.
Respecto a la propiedad que tienen las familias sobre el hogar, el informe establece que “el 19,7% de los hogares son inquilinos”. Los ocupantes, donde “se incluyen aquellos ocupantes por pago de impuestos o expensas, los ocupantes gratuitos con permiso y los ocupantes de hecho (sin permiso); en conjunto, representan el 10,3% del total”.
La canasta
Los alimentos aumentaron en lo que va del año un 19,6% según el último informe sobre el Índice de precios al consumidor (IPC) calculado por el INDEC. En el rubro puede verse cómo sobresalen los aumentos de productos lácteos con el 23,7% y de la carne y derivados con el 22,2%.
El mismo informe, comenta que “los precios relevados que se encuentran dentro del programa Precios Cuidados para abril representan (solo!!) el 4,53% del total de precios relevados en el GBA”.
La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que marca la línea de indigencia, se ubicó en $8.633 y la Canasta Básica Total (CBT), que contempla bienes y servicios esenciales, en $20.375, aumentando 49,1% y 47,8% interanual respectivamente. Un hogar de 4 integrantes necesitó en abril $26.677 para no ser indigente y $62.958 para no ser pobre. Teniendo en cuenta estos valores, alrededor de 9 millones de personas son pobres y 3 millones de personas son indigentes, o sea, ¡¡no llegan a cubrir siquiera el alimento!!
La situación se recrudece aún más cuando exploramos los porcentajes por grupos etáreos. 6 de cada 10 niños/as de 0 a 14 años son pobres o indigentes, y 5 de cada 10 en el grupo que va desde los 15 a los 29 años. Alrededor de 1.739.000 de niños no llegan a cubrir sus necesidades alimenticias en el país.
A ello se le suma un precoz acceso al mercado de trabajo, sucediendo de hecho el trabajo infantil. Un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), elaborado junto a UNICEF y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, dice que el 16 por ciento de niños entre 13 y 17 años “realiza tareas orientadas al mercado”. Cabe destacar que el 50% “comenzó a hacerlo durante el período de aislamiento”.
Mercado de trabajo
En Argentina se encuentran ocupados alrededor de 18.000.000 de trabajadores/as. De ese total, un 50,3% son subocupados (que trabajan menos de 35 horas semanales y están disponibles para trabajar más horas). Un dato curioso de esto es que sólo basta 1 hora trabajada en la última semana para definir el grupo de “ocupados”.
A pesar de que alrededor de 10.000.000 de trabajadores/as están disponibles para asumir más horas productivas, el 26,5% trabaja más de 45 horas semanales (sobreocupados), o sea que trabajan más de 8 horas diarias.
Según la publicación del INDEC “Evolución de la distribución del ingreso (EPH)” del último trimestre de 2020, la suma total de ingresos creció 19,6% en relación con igual trimestre de 2019, un insignificante porcentaje al lado de los 36,1% de inflación que hubo en el año.
El ingreso promedio per cápita alcanzó los $19.524, mientras que la mitad de la población del país vive con $14.357 o menos por mes. En cuanto a los salarios, contemplando los formales e informales, el índice de salarios total mostró un crecimiento de 32,7% en los últimos 12 meses, todavía muy inferior a los ya 45,6% de inflación interanual y el 49,1% de la CBA mencionada anteriormente.
En este escenario, se demuestra que la forma de organización del trabajo en el sistema capitalista es profundamente ineficiente para las millones de familias que viven a costa de su trabajo. En cambio, es sumamente eficaz para acrecentar las riquezas apropiadas por pequeños grupos humanos.