Un día como hoy, en 1918, el movimiento estudiantil dijo basta a los atropellos de las autoridades universitarias y forjó un símbolo de la lucha estudiantil que resiste a olvidarse.
El 15 de junio fue la fecha que abrió lugar en la Universidad Nacional de Córdoba la irrupción de más de mil estudiantes en una Asamblea Universitaria que definía su rector en unas elecciones irregulares (la votación se llevó a cabo tres veces) impulsadas por el interventor del gobierno de Yrigoyen, Jose Matienzo.
El descontento estudiantil fue consecuencia de varias decisiones indiscretas de las autoridades de la UNC, como por ejemplo el aumento de la carga horaria, la alteración del sistema de calificaciones, el cierre del internado del Hospital Clínicas y la suspensión de cualquier estudiante que se opusiera a las medidas.
La victoria del candidato conservador Antonio Nores fue la gota que colmó el vaso y profundizó la determinación del movimiento estudiantil de tomar las riendas de su destino, desconociendo la elección, declarando la huelga y tomando los edificios universitarios.
Durante estos álgidos días fue que vio la luz el Manifiesto Liminar, que proclamaba la voluntad de cambios urgentes, donde los estudiantes anunciaron: “estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.
Esta conocida reforma fue el resultado de un programa de lucha forjado por movimientos estudiantiles de América Latina, que confluyeron en una organización continental: la Oficina Internacional Universitaria Americana, OIUA.
El programa de la OUIA, desde su conformación en 1914, se centraba en cinco puntos, los mismos en los que se basó la Reforma del 18: cogobierno, es decir, la participación de los estudiantes en las elecciones de autoridades universitarias; la libertad de cátedra, en otras palabras, la autonomía de la universidad para definir los contenidos de sus programas; asistencia libre; la asistencia libre; el fomento de la difusión de la universidad y los conocimientos que produce en la sociedad y la solidaridad obrero-estudiantil.
De esta manera se abrió paso un movimiento que luchó por una democratización genuina de la educación, trascendiendo las fronteras nacionales y el paso del tiempo.