Opinión de Francisco del Corro, estudiante de Filosofía de la Universidad Nacional de Río Cuarto y militante de la agrupación estudiantil SAL – Agrupación Independiente
Desde el año pasado un debate más sumó apologías y rechazos: el proyecto chino-argentino para la instalación de 25 mega-granjas de ganado porcino.
En diálogo con Ariel Cogo, miembro del INTA AMBA y del Centro de Información de Actividades Porcinas (CIAP), remarcó la capacidad de China para sobreponerse a la pérdida ocasionada por la Gripe Porcina Africana (GAP). Se trataba de una demanda de 54 millones de toneladas que en el año 2018 parecía no tener solución a corto ni mediano plazo. Esta situación puso en campaña al gobierno chino al ser los mayores consumidores de carne porcina -y alimentos derivados- del mundo.
Las negociaciones para dar luz verde al acuerdo estuvieron a cargo del canciller Felipe Solá y el secretario de Relaciones Internacionales Jorge Neme. Anteriormente en el periodico Tribuna se indicó las cifras siderales de la inversión –27 millones de dólares en un plazo de 4 a 6 años– y la proyección de crecimiento prevista para nuestro país en materia productiva y de exportaciones. Lejos de los nobles objetivos con que se anunciaba el acuerdo, Ariel Cogo reconoce que “cierto entusiasmo inicial se fue desvaneciendo a medida que nos informábamos tanto de la propia capacidad china, como de los entredichos en torno al acuerdo”.
En primer lugar, la demanda necesaria no podía ser cubierta por ningún país productor, incluyendo a los principales exportadores de China. Dato que hacía desconfiar de la magnitud del proyecto y los reales beneficios para nuestro territorio. Recordemos que los argumentos en favor hablaban del ingreso de dólares y la creación de puestos de trabajo –propuesta cínicamente para los índices actuales de desempleo y pobreza–. En contra se esgrimieron motivos sanitarios (la misma GPA), ambientales (supuesta deforestación) y un extraño eslogan (con más color a propaganda anti-china que a proyecto soberano).
A esto se sumaban la impostura dentro de la Asociación Argentina de Producción Porcina (AAPP). En enero del 2020, y en calidad de Presidente de la Asociación, Lisandro Culasso había sumado su acuerdo ante la posibilidad de crear puestos de trabajo y fortalecer la producción. Tan solo un mes después de estas declaraciones, la AAPP comunicó en la editorial de su revista que, independientemente de las inversiones extranjeras, el sector necesitaba recuperar parte del porcentaje de ganancias que actualmente es absorbido por el IVA, como también la necesidad de poder comercializar los subproductos derivados de la producción. Esto permite dar cuenta de las tensiones al interior de los propios sectores con poder de lobby y que concentran las exportaciones en el sector.
El punto que creemos fundamental en este debate es entonces cuál es nuestro plan. “Nosotros festejamos que se ponga en discusión la forma de producir alimentos” remarcó Ariel y agregó “hoy China en 5 años puede recuperar lo perdido por la gripe porcina africana; China desequilibra las producciones a escala global. El tema es qué queremos hacer nosotros con el sistema de productores locales, del interior y de la agricultura familiar”.
El problema no es el proyecto que despliegan los grandes hegemones mundiales, sino el plan estratégico que queremos desplegar desde acá, con quiénes y para quiénes. Ni el ingreso de divisas, ni la inversión de un socio estratégico como China representan posibilidades reales de crecimiento para el país y el sector involucrado. En cambio, sí sabemos del beneficio para China a causa del bajo costo de la producción porcina y la poca capacidad desarrollada en el sector. Ni en favor, ni en contra se tiene en cuenta nuestra necesidad concreta y los actores sociales –señalados por Cogo– que participan en el sistema de producción por fuera de los sectores que concentran la producción y exportación, cuyos intereses –sabemos– no están ligados a la realidad de las mayorías argentinas. Una vez más, la cuestión de fondo se resume en la disyuntiva: soberanía o dependencia.