Las condiciones de vida de los pueblos de todo el mundo empeoran a medida que se acrecientan las ganancias y riquezas de pequeños grupos humanos, una tendencia que se acentúa más ante cada crisis.
En reiteradas ocasiones se acude a la pandemia para explicar la situación por la que estamos atravesando los pueblos. El paro de varios sectores productivos, con el repliegue a la producción doméstica, entre otras circunstancias, son justificativos recurrentes. Pero, ¿son estos los únicos motivos?.
El aumento y la concentración de la riqueza lleva en su interior una bolsa putrefacta cada vez más grande: la miseria humana. Vemos como millones y millones de familias, mujeres, jóvenes y niños, son empujados forzosamente a la pobreza, al hambre y al hacinamiento, sin una salida posible, mientras que se desarrolla a la vista de todos el escandaloso enriquecimiento de algunos grupúsculos de parásitos humanos.
Si algo podemos afirmar es que año tras año la tendencia consta del aumento sostenido de la pauperización, creciendo en paralelo la intensidad y extensión del trabajo, situación por la que salen a protestar los sectores más empobrecidos de la clase trabajadora. Ello se constituye como el preludio a métodos de supervivencia de los más deshonrosos y humillantes a los cuales muchas personas deben someterse para sobrevivir.
Millonarios y pobreza, van de la mano
Diversos programas de investigación de Naciones Unidas (ONU) establecen que alrededor de 1.300 millones de personas en todo el mundo viven con menos de 1 dólar al día. El organismo en su página oficial publicó un artículo en el cual dice que hoy 896 millones de personas en el mundo viven en la pobreza extrema. La cuestión monetaria incide directamente en las condiciones de vida en general, como el acceso a la vivienda, la salud y la educación. Todo ello agravado en los niños, jóvenes y mujeres.
Según Amnistía Internacional, 1.000 millones de personas viven en asentamientos precarios, cada minuto una mujer muere como consecuencia de complicaciones derivadas del embarazo, 1.300 millones de personas no tienen acceso a asistencia médica básica, 2.500 millones no tienen acceso a servicios sanitarios adecuados, y 20.000 niños y niñas mueren cada día como consecuencia de ello.
Esta verdadera catástrofe encuentra su fundamento generalmente en las bocas de quienes les conviene que siga todo igual, delegando responsabilidades y sin ir al meollo de la cuestión. La contracara de esta situación es el acrecentamiento exponencial de las riquezas por parte de un selecto grupo de firmas, individuos y empresas.
Según la encuesta anual de Forbes, entre inicios de 2020 y abril de este año 600 integrantes más se sumaron al selecto grupo de los que tienen un billón (millón de millón) de dólares o más. “Se disparó a un número sin precedentes de 2.755 casos”, destacó la publicación. Es la cifra más alta en los 35 años que lleva elaborando el ránking.
Además, otro dato a tener en cuenta es que el valor conjunto de las fortunas más grandes de este año trepó a 13,1 billones de dólares, por arriba de los 8 billones de dólares del año pasado. Con un simple cálculo se podría decir que estas fortunas alcanzarían con creces para cubrir las necesidades básicas de las millones de personas con hambre en todo el mundo.
A la cabeza del ránking, por cuarto año consecutivo, volvió a quedar Jeff Bezos, dueño de Amazon, con 177.000 millones de dólares, 64 millones más que los declarados el año pasado. Elon Musk, el fundador de Tesla, que el año pasado ocupaba el puesto 31 con 24.600 millones de dólares, se ubicó en el segundo escalón con una fortuna de 151.000 millones.
Estas fortunas personales son la cara visible del negocio que llevan adelante las grandes firmas a nivel mundial. Apple, se sitúa en primera posición de las empresas con mayor capitalización bursátil con un valor de más de 2 billones de dólares y se ha visto beneficiada junto al resto de tecnológicas que vienen año tras año copando los ranking de incremento de su valor, riquezas y propiedades.
En segunda posición se sitúa la petrolera Saudí Aramco, con un valor de 1,8 billones de dólares, seguida muy de cerca por las tres tecnologías que han aumentado su valor vertiginosamente en los últimos 12 meses, Microsoft, Amazon y Alphabet (propietaria de Google). Según algunos estudios, y dependiendo de las variaciones temporales, las 10 empresas más grandes del mundo suman un valor acumulado de más de 11,32 trillones de dólares, una cifra de la que cuesta tomar dimensión.
Sumado a ello, el informe anual sobre riqueza global del banco Credit Suisse, publicado a finales del año pasado, estableció que el 1,1% de adultos más ricos del mundo, que cuentan con más de un millón de dólares de patrimonio cada uno, en conjunto tienen una riqueza de 191.6 billones de dólares, significando más que toda la riqueza acumulada del 89,9% del resto de la población.
En Latinoamérica
Las 100 mayores fortunas de Latinoamérica, según Forbes, suman al menos 435.700 millones de dólares, es decir, algo más que el PBI de Argentina. Brasil es la séptima nación del mundo con mayor cantidad de multimillonarios con 65 lugares. Además agrega 212 mil millones de dólares a la lista, es decir, dos tercios de los magnates regionales y casi la mitad del monto total.
México, por su lado, cuenta con 13 miembros entre los que se encuentra el hombre más rico de la región, Carlos Slim Helú, con una fortuna de 62.800 millones de dólares. En Chile residen otras 8 fortunas que suman 40.300 millones de dólares, algo así como las reservas del Banco Central de la República Argentina. De hecho, Iris Fontbona y familia, la mujer más rica del subcontinente suma 23.300 millones de dólares y ella sola es más rica que los seis apellidos argentinos de la lista.
Luego, le sigue Argentina con seis miembros, aunque uno de los más ricos, Alejandro Pedro Bulgheroni, figura por primera vez como el único billonario uruguayo. En total, acumulan 19.000 millones de dólares.
La injusta balanza
Según el Panorama Social de América Latina 2020 de la CEPAL, la pobreza, desde el 2012 a la actualidad, aumentó desde 28,8% a 33,7%, y la pobreza extrema del 8,2% al 12,5%. En 2012 había 164 millones de personas en la pobreza, mientras que, en 2020, llegó a 209 millones.
En cuanto a la indigencia pasó de 42 millones a 78 millones. Esto da como resultado que casi la mitad de la población del continente se encuentra en situación de pobreza, pasa hambre y frío, y viven en condiciones deplorables.
El estudio además menciona que “en 2019, el 30% de los hogares urbanos de la región estaba hacinado, según el umbral establecido de más de dos personas por dormitorio, y esta cifra superaba el 50% en los hogares pobres”.
El 79,4% de las personas residentes en Latinoamérica son consideradas de ingresos bajos. Mientras que, el grupo de población de ingresos altos pasó del 3,1% en 2019 al 2,8% en 2020. Como vemos, aumenta la riqueza en un puñado cada vez más pequeño de población mientras se pliega de manera escandalosa la cantidad de personas con bajos ingresos.
“Entre 2019 y 2020, se estima que los estratos de ingreso bajo habrían aumentado 4,5 puntos porcentuales (unos 28 millones de personas adicionales) y los estratos de ingreso medio se habrían contraído en una proporción similar”, dice el informe.
Para tomar algunos ejemplos de la situación por países, en Brasil casi 30 millones de personas se encuentran desempleadas según el instituto de estadísticas oficial. Según la Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria publicada por la ONU, unos 19 millones de brasileños pasan hambre y, para la Fundación Getulio Vargas, estima que el 12,8% de la población brasileña -unos 27 millones de personas- vive ahora por debajo del umbral de pobreza.
La pobreza total en Paraguay se incrementó 3,4 puntos porcentuales en 2020, y pasó del 23,5 % en 2019 al 26,9 % según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) del país, eso significa que alrededor de 1,9 millones de personas vivieron en 2020 con ingresos per cápita inferiores al precio de la canasta básica de consumo, que incluye alimentos y servicios básicos.
En Uruguay, el Instituto Nacional de Estadística (INE) del país divulgó el informe “Estimación de la pobreza por el método de ingreso 2020” en el cual dice que la pobreza pasó de afectar a 8,8% de la población en 2019 a 11,6% de la población en 2020. Eso quiere decir que casi 410.000 personas se encuentran en esa situación.
En Colombia más de 9 millones de personas son pobres según el Indicador de Pobreza Multidimensional (IPM). Además, el estudio detalló que en el caso de la pobreza monetaria extrema, la cifra pasó de 4,7 millones de personas afectadas en 2019, a 7,5 millones en 2020, lo que implicó un incremento de 2,8 millones de habitantes en esa condición.
Y así podríamos seguir: en Chile un 10,8%, es decir, 2,1 millones de personas son pobres mientras que la extrema pobreza llegó al 4,3%, duplicándose en los últimos cuatro años; en Bolivia la pobreza aumentó de 31,1% a 37,5% y la pobreza extrema de 12,1% a 14,7%, según la CEPAL; mientras que, en Perú alrededor de 16 millones de personas se encuentran en situación de vulnerabilidad y pobreza, según reporta el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
Como vemos, esta situación se extiende como realidad en todo el globo y excede al accionar propio de los gobiernos nacionales. Así vemos cómo se contagia una pandemia que data de largos siglos y tiene que ver con la desigualdad y apropiación de las riquezas producidas por un pueblo empobrecido. Dependerá de él mismo revertir esta situación de una vez por todas.