“La relación de patrón-empleado para nada nos beneficia como trabajadores”, dijo Jorge Paez, presidente de Sidney Coop.
La empresa Sidney, encargada de la producción y distribución de agua y gaseosas, existe desde hace casi 100 años y, luego de llamar a acreedores por la imposibilidad de pagar la deuda contraída, sus trabajadores decidieron asumir el mando de la producción y conformarse como cooperativa de trabajo.
Desde Tribuna conversamos con uno de los socios fundadores y presidente de Sidney Coop., Jorge Páez.
¿Cómo es la historia de Sidney, dónde está ubicada y qué produce?
La fábrica nació en 1929 y está ubicada en Marcos Juárez al sudoeste de Córdoba. En un inicio la empresa se encargaba de producir bebidas alcohólicas, pero con el tiempo se anexó la producción de soda y gaseosas.
La fábrica era de una familia que desde que tengo conciencia nunca se esmeraron por generar buenos vínculos con los trabajadores, sino que todo lo contrario, ya desde la época en que mi papá estaba trabajando todos los derechos se conseguían luchando, ellos solo perseguían aumentar sus ganancias.
Desde muy chico estuve al lado de la fábrica ya que mi papá trabajaba y repartía la producción que en ese tiempo se hacía en carreta
La empresa llegó a ser una de las más grandes y con mayor crecimiento en el 2001, cuando todo se desmoronaba, logrando posicionarse como tercera marca. Todos los días se despachaban 20 camiones que recorrían desde Ushuaia hasta Bolivia con 120 personas que hacían 3 turnos y trabajaban 24 horas los 7 días a la semana, pese a tanto trabajo y ese despliegue éramos empleados figurando con el convenio de Comercio y ganábamos muy poco.
¿Cuál fue el punto inicial del conflicto?
En 2002 libramos nuestra primera pelea, logrando después de 8 años que nos pasen al gremio de SUTIAGA (Sindicato Único de Trabajadores de Agua, Gaseosas y Afines). La diferencia del sueldo era casi del doble, ese fue el punto de quiebre porque los dueños preferían no vender antes de reconocer nuestros derechos.
Desde hace 3 años, luego de que los dueños le cedieran la fábrica a sus hijos, la empresa empieza a sufrir el vaciamiento. Se llevaban todo y lo vendían, pero sin recomponer la materia prima, achicando el personal y reduciendo la jornada laboral. Entonces empezamos a discutir la posible conformación de la cooperativa.
¿Cuál era la situación cuando decidieron conformar la cooperativa?
Entre los trabajadores había mucha desconfianza, nosotros anticipamos que la situación iba de mal en peor y fue lo que generó que muchos se fueran a buscar otros trabajos, nos debían aguinaldos y sueldos de tres meses.
Entonces los dueños nos dijeron que teníamos dos opciones, o nos bajábamos el sueldo a la mitad o cerraban. Trabajamos así hasta el día que nos confirmaron que la empresa había presentado quiebra, que no volviéramos a nuestros lugares de trabajo porque no había nada para hacer.
¿Cuáles fueron los desafíos que enfrentaron?
El desafío mayor fue no saber cómo seguir, todos necesitábamos sostener el trabajo pero no teníamos idea cómo se conformaba una cooperativa, entonces nos dijeron que nos daban 90 días para hacerla y demostrar que iba a funcionar. Desde entonces trabajamos cada día para buscar gente que nos ayudara a llevarla a cabo, obvio que en plena pandemia y debido a la virtualidad el problema se hizo cuesta arriba.
Desde que se nos confirma la quiebra armamos una carpa frente a la fábrica y nunca dejamos de producir porque por más que no cobráramos teníamos que sostener el trabajo de 80 distribuidores que nos aguantaron hasta que logramos tener todos los papeles.
¿Cómo evalúas la situación que vivían con los antiguos dueños y la actual?
Si bien no teníamos idea como hacerlo, hoy en día pusimos en marcha toda la producción de la fábrica y, a tres meses de empezar, no tenemos deudas con los que nos brindan los insumos. El día que nos dieron la llave no teníamos ni luz y para conseguir el gas carbónico tuvimos que salir a pedir plata porque nadie confiaba en nosotros, ya que el anterior dueño no había pagado ninguna de las deudas.
Actualmente todas las semanas los socios cobramos y, aunque en la cotidianidad no se note, ya estamos pensando en cómo crecer. Vamos a luchar para demostrar que esta forma de organización no solo es posible sino que nos abrió la posibilidad de cambiar el chip de la relación de patrón-empleado que para nada nos beneficia como trabajadores.