Dialogamos con Marco Ayesa, integrante de la Mesa de Soberanía Alimentaria de Villa María, respecto a la situación social y los problemas referidos al consumo de las familias trabajadoras del país.
La semana pasada se lanzó la política de control de precios del Gobierno Nacional en un contexto de suma complejidad para los trabajadores del país. Frente a ello, desde Tribuna realizamos una entrevista a Marco Ayesa, referente de la Mesa de Soberanía Alimentaria (MSA) local, encargada de la elaboración mensual de bolsones de verduras.
El operativo consta de la compra directa a los productores, el armado colectivo de los bolsones y la adquisición por parte de la comunidad a un precio más económico. Además realizan compra colectiva de yerba a cooperativas junto a otras organizaciones de la provincia de Córdoba.
¿Cómo caracterizas la situación actual respecto al acceso a los alimentos?
La situación sigue marcada por la concentración en la cadena de distribución. Las familias argentinas, dada la rutina de trabajo de cada vez más horas y al estar fuera de la casa más tiempo, terminan organizando su consumo yendo al supermercado porque ahí optimizan sus tiempos. Eso no les permite tener una visión general de los productos, quienes los producen, cómo se producen, etc.
En Villa María son 4 o 5 empresas cómo Walmart, Disco, Top, que manejan los precios, los márgenes de ganancia y la comercialización. Salir de ese circuito generando un ahorro y conciencia de cómo se produce es lo que buscamos hacer con la MSA. La actividad permite acercar a los productores con los consumidores, esa es la línea conductora.
¿Cómo evalúas la política de regulación de precios lanzada por el gobierno?
Lo que se puede ver es que ha sido una medida unilateral. Son alrededor de 200 empresas las que tienen esos 1500 productos y de ellas hay una cúspide que tiene la mayoría, como en todos los sectores.
Allí existe una disparidad, como se dio con la ley de góndolas, donde las empresas grandes negocian con las cadenas de supermercados la venta de sus productos en una situación privilegiada. Entonces el consumidor no tiene demasiada capacidad para comprar otros productos.
Entonces, en ese marco, se cierra el acuerdo de precios con las empresas más grandes y no se termina viendo por qué esas empresas tienen un peso tan grande en la compra. Sin tocar la cuestión que genera esta capacidad monopólica de las empresas de poner los precios.
Existe una concentración que no se está tratando de revertir con estas políticas, sino simplemente poner un parche. La capacidad monopólica no se ve afectada ya que tienden a poner precios elevados y sacar mayores márgenes de ganancias.
Entonces, ¿Cómo pensás que puede revertirse el aumento de precios y el costo de vida de la población?
El componente de los precios está marcado por los precios internacionales de los cuales depende. Además de lo mencionado anteriormente como los grupos alimenticios, la renta del suelo, etc.
Pero, en estas condiciones donde se organizan y golpean al pueblo haciendo que aumenten los precios, tiene que ser del lado de generar una mayor organización, que las organizaciones populares planteen esta agenda. Tiene que ver con el control y posesión popular de los medios de producción de alimentos y su distribución.
El gobierno hace las cuentas de que si la situación perjudica a los trabajadores va a haber descontento y se le va a afectar en la cuestión electoral. Pero no se puede asentar ahí la crítica de que las cosas se hacen o no se hacen por una cuestión electoral sino que, en definitiva, la cuestión afecta la sobrevivencia de los trabajadores que tienen un ingreso fijo y los precios siguen aumentando.
Los trabajadores debemos tener un programa, un plan que fije estos objetivos a largo plazo, que puedan enmarcar la cuestión de los alimentos, el comercio exterior y la democratización de la producción.
¿Qué impide llevarlo a cabo?
El sector empresarial está muy organizado. Cada vez que se intentó regular para apropiarse del excedente que tiene el campo argentino, te hacen bloqueos o te dejan de comercializar, como por ejemplo con el tema de la carne con la cuota de exportación. Como son pocas empresas, concentradas, si se ponen de acuerdo, por más de que después el resto no quieran hacerlo, van a plantear un desabastecimiento.
Por eso cada vez que tiran la política de regular la cadena alimenticia van probando que pueden hacer, y en paralelo lanzan planes de subsidio para las empresas y negocian. Mientras siga concentrada la cadena de producción y distribución de alimentos en las empresas privadas, de las cuales muchas son extranjeras, no hay posibilidad de hacer una política superestructural.