Esta semana se llevó a cabo la elección de autoridades de la CGT. Quizás, uno de los hechos más importantes para el movimiento obrero siendo la Central la principal organización política que aglutina a las y los trabajadores del país.
Tras varias idas y vueltas, declaraciones cruzadas, acusaciones hacia el mayor o menor grado de burocratismo, las distintas tendencias (“gordos”, “CFT”, “Fresimona/Moyanismo”) quedaron integradas y acataron el nuevo triunvirato.
Más allá de la foto triunfante de los dirigentes, el proceso político que atraviesa el movimiento obrero se encuentra en una etapa de profunda crisis, inmersa en la situación que vive a diario el capitalismo mundial.
Esta situación es reconocida en el documento difundido posterior al encuentro que llama a luchar contra el neoliberalismo, las políticas de flexibilización laboral, los monopolios económicos/tecnológicos y los fondos de inversión que estrangulan a diario los sueños de una patria liberada.
Aún coincidiendo en la identificación de la situación de crisis y pobreza que atraviesa a los trabajadores, las acciones que busquen revertir la situación constituyen la única tarea plausible por resolver. No puede entenderse una, sin la otra, sino, la situación queda reducida a un criticismo, y la tarea, al pragmatismo.
A nuestro parecer, la cuestión transcurre en el hecho de desanidar esas tensiones definiendo las prioridades del momento. Ocupar un papel activo en la lucha política es, entonces, donde efectivamente se compone una situación: análisis y tareas, fundidas en uno.
En ese recorrido, el documento declaratorio, alienta que a través del fortalecimiento del pacto social, y las mediaciones tripartitas-Estado, empresarios y obreros- será posible conciliar intereses y fundir una sociedad distinta.
La situación descripta, y la que venimos sosteniendo hace un tiempo, nos arroja que el recrudecimiento intestinal al que están abocados los capitalistas no cesará. Su unidad material y conciencia de clase se realizan a medida que avanzan contra los intereses de la clase trabajadora.
Nuestra unidad sólo será posible a condición de darle impulso a las luchas por mejores condiciones de vida, salud, educación y vivienda. Indefectiblemente, en ese camino no habría lugar para la convivencia de los intereses tripartitos.
Como afirma el documento final citando a Perón: “La exaltación de los principios no es precisamente lo sublime de los principios, sino su cumplimiento”.