Repaso por los acontecimiento de 1982 recordando un nuevo aniversario por la guerra de Malvinas y la movilización popular que debilitó a la dictadura militar.
En 1976 las cúpulas militares derrocaron al gobierno de María Estela Martínez de Perón iniciando uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia. El gobierno, presidido por Rafael Videla, profundizó el ataque sistemático a toda forma de organización política que alzara su voz en reclamo ante las injusticias.
El proceso emprendido por la cúpula militar atentó contra los procesos de organización formados con las luchas obreras desde 1955 a 1976, dejando como experiencia las gestas del “Cordobazo” y “Rosariazo” del 69´.
Declaración de guerra en territorio interno
La suspensión del derecho a huelga, la prohibición de la actividad gremial, y la ley de seguridad industrial que prohibía el cese de actividades en lugares de trabajo, eran algunos de los límites ante cualquier intento de organización.
En paralelo, se impuso un plan económico de miseria para el pueblo y ganancias para los grupos empresarios, ejecutado por el ministro de Economía, Martínez de Hoz. Este plan generó condiciones para la especulación financiera, fuga de capitales y el deterioro de actividades productivas que culminaron con el congelamiento de los salarios de los trabajadores, aumento en las tarifas de los diferentes servicios públicos y despidos masivos en las fábricas.
Movimiento organizado
Ante un contexto expansivo para las ganancias empresarias y recesivo para la organización de los trabajadores, una de las facciones de las centrales obreras representada por la CGT Brasil convocó a un paro general con fuerte apoyo popular ante el “hartazgo” frente a la dictadura. Así, el 30 de marzo de 1982, se llevó a cabo bajo la consigna “Pan, Paz y Trabajo” una gran movilización popular.
En la movilización participaron más de 15.000 personas que reclamaban por condiciones de vida, y logró replicarse en varios puntos del país, entre ellos, Mar del Plata, Neuquén, Tucumán, Mendoza y Buenos Aires. En todas hubo una feroz represión a los trabajadores.
Frente a la contundente expresión popular, el gobierno de Leopoldo Galtieri, perdía apoyo social ante una población que cantaba al unísono “Paz, Pan, Trabajo, la dictadura abajo”.
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En este contexto los militares deciden emprender el conflicto bélico contra Reino Unido por la recuperación de las Islas Malvinas. Con la generación de un nuevo enemigo y disponiendo la poca fuerza y legitimidad que les quedaba tres días después de la gran movilización, los medios de comunicación celebraron el desembarco de soldados argentinos en Malvinas.
Las islas tenían presencia del gobierno britanico desde 1833 explotando su tierra y desplegando un plan de saqueo hidrocarburífero en el archipiélago, extrayendo el “oro negro” de los pozos petroleros.
El 2 de abril, el gobierno militar convocó a una gran movilización en todo el país para proclamar la restitución del ejercicio pleno de la soberanía en las Islas Malvinas, promoviendo la unidad de los trabajadores por esta causa. Pero el sentimiento festivo y de unión empezó a decaer tras los primeros ataques del ejército británico.
Para el 2 de mayo, desde la Corona británica se emite la orden de hundir el Ara Gral Belgrano, buque argentino que se encontraba en un perímetro de exclusión, produciendo la muerte de más de 300 soldados, golpe que representa la mitad de los caídos en la guerra.
Para esta fecha Leopoldo Galtieri impulsó diálogos para obtener una salida pacífica, pero Gran Bretaña, que había recibido apoyo de Estados Unidos, Bélgica, Francia y Holanda, no cedió hasta el 14 de junio donde finalmente las tropas argentinas declararon “alto al fuego” y se rindieron.
Entonces, se escuchó desde el balcón de la Casa Rosada, el discurso que dio conocimiento real de la situación que por más de 70 días había mantenido una falsa expectativa de victoria en el sur.
“El Combate de Puerto Argentino ha finalizado (…). Es hora de asumir hasta las últimas consecuencias nuestra identidad y madurez argentina. Quien no contribuya a hacerlo será apartado y calificado de traidor”.
La clase trabajadora vuelve a ponerse en pie de lucha y sale a la calle nuevamente pidiendo por el fin de la dictadura, dando cierre al capítulo más oscuro de la historia de nuestro país bajo las banderas de una soberanía real.