El Estrecho de Taiwán vuelve a ser escenario de disputas globales y de escalada de tensiones entre China y EE.UU.
La visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, reactivó la conflictividad en la región, lo que se tradujo en el inicio de maniobras militares por parte de la República Popular China.
La isla de Formosa o de Taiwán es considerada por el “Gigante Asiático” como un territorio separatista, como un espacio que le es propio pero que no controla, desconociendo todo reclamo de soberanía por parte de dicho país. Esto queda establecido en el llamado principio de “Una Sola China”, aceptado por gran parte de la comunidad internacional, incluido Estados Unidos.
A pesar de lo anterior, la representante norteamericana llegó a la isla celebrándola como un “baluarte de la democracia”, reconociendo la “fuerte relación entre Estados Unidos y Taiwán” y declarando que EE.UU. no los abandonaría. La llegada de Pelosi no debe leerse como una acción aislada, meses antes de su visita las autoridades taiwanesas aprobaron un gasto de 8.600 millones de dólares para la compra de armas, provistas principalmente por el país norteamericano.
Tras su paso por la isla, China inició una serie de maniobras militares para “defender la soberanía nacional y la integridad territorial y frustrar la interferencia externa y los intentos separatistas de ‘independencia de Taiwán'” según lo declarado por el portavoz del ministerio de Defensa.
Para comprender la importancia de Taiwán en el tablero regional y global, debemos tener en cuenta que la pequeña isla, ubicada en el Mar de China, es el principal productor de semiconductores, chips y nanochips del mundo, se estima que casi el 70% de los semiconductores provienen de dicho territorio, donde la empresa TSMC tiene la preeminencia.
Por ello, en el marco de la escalada de tensiones, la escasez de estos elementos a nivel mundial afectaría ampliamente a la industria en diversos países.