Diversas entidades estatales han comenzado a tomar nuevas medidas contra la escalada inflacionaria que azota la realidad de los países centrales.
En esta línea, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) volvió a aprobar un aumento de las tasas de interés en un 0,75%. Esta suba que la lleva a un nuevo rango objetivo de 3%- 3,25% esla más alta desde la crisis financiera global del 2008.
La decisión de la FED busca generar un freno al aumento de los precios, aunque anticipando fuertes consecuencias en la economía norteamericana, principalmente a las empresas y hogares que dependen de créditos para viviendas, automotores y otras necesidades.
Tras las nuevas medidas, se reformularon las proyecciones de crecimiento económico para lo que resta del año y el 2023. Las mismas son menos optimistas reduciendo las perspectivas y reconociendo los impactos en el mercado laboral estimando un promedio del 4,4% para el desempleo en el 2023 (en junio se proyectaba un 3,7%).
El aumento no es una excepción dentro de los países centrales. En el último tiempo, el Banco Central Europeo (BCE) ha reconocido como principal enemigo a la inflación, que ha alcanzado el 9,1% en la zona euro. En este marco, la entidad bancaria liderada por la ex-representante del FMI, Christine Lagarde, ha decidido aumentar las tasas de interés del 0% al 1,75%, previendo otra suba en octubre.
Según la Presidenta del BCE, en el marco inflacionario, producido por la reapertura post-pandemia y la guerra en Ucrania, “la política monetaria no puede seguir siendo expansiva y sumarse a las presiones inflacionarias impulsando al alza la demanda”.