Luego de los resultados electorales en Brasil, se afirma en Latinoamérica un encuadramiento en la estrategia del progresismo globalista.
Latinoamérica viene siendo territorio de disputa en el marco de la guerra global que tiene como antecedentes directos la pandemia mundial y la guerra en Ucrania. Estos episodios nos permiten observar la forma mediante la cual avanza el capital global en este contexto integrando los territorios.
En este contexto de guerra, las disputas entre fracciones de capital por hacerse del control de los territorios, los recursos naturales y de la fuerza del trabajo, develan que los escenarios políticos/institucionales constituyen una punta de lanza con el afán de promover el encuadramiento a los proyectos políticos en pugna.
Para el caso latinoamericano, los últimos tiempos han estado caracterizados por las asunciones gubernamentales de los proyectos políticos con características “progresistas”. Desde el norte al sur: Andres Manuel Lopez Obrador en México; Gustavo Petro, en Colombia; Guillermo Lasso, en Ecuador; Pedro Castillo en Perú; Lula Da Silva en Brasil; Gabriel Boric, en Chile y Alberto Fernández, en Argentina.
Plataformas políticas
Estos alineamientos políticos ya venían articulandose en la región a través de iniciativas surgidas como respuesta ante los avances de los bloques “neoliberales”. Al Grupo de Lima, creado en el 2018, le surgió su contraofensiva con el Grupo de Puebla. Y así fueron cobrando fuerzas un espectro de iniciativas como la Internacional Progresista que inició en el 2018 bajo el lema “es hora de que lxs progresistas del mundo nos unamos”.
El Grupo de Puebla propone en su documento fundacional convocar a “a todos los sectores de la sociedad a cuestionar el orden imperante, denunciando los intereses de la derecha, laboralizando la política a través de nuevos vínculos entre el mundo del trabajo y nuestros debates, y promoviendo las nuevas expresiones de organización social y ciudadana”.
Entre sus objetivos están la búsqueda de “la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres, la protección del medio ambiente, la inclusión y respeto de las diversidades, una mayor transparencia y la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones”.
“Tratar el tema de género como uno de los principales elementos de identidad para la izquierda”. Grupo de Puebla, Santa Marta (Colombia).
De hecho, el pasado 10 de noviembre, se desarrolló el último encuentro del Grupo de Puebla en Santa Marta, Colombia. Allí abordaron “tratar el tema de género como uno de los principales elementos de identidad para la izquierda”. Además se evocó luchar contra “las guerras jurídicas o lawfare”, y promover “el modelo solidario de desarrollo para avanzar hacia una estructura fiscal más progresiva, esquemas de protección social, y el relanzamiento de espacios de integración, como la UNASUR y Celac”, esta última actualmente presidida por Argentina.
Democracia financiera
En este sentido, uno de los hechos más importantes en las últimas semanas fue la victoria electoral de Lula Da Silva como presidente del país. En un resultado apretado (50,9%/49,1%) tras ir al balotaje contra Jair Bolsonaro (Grupo de Lima) quedó electo por cuatro años.
Lula sostuvo en su primer discurso que su proyecto será el de reindustrializar Brasil e invertir “en la economía verde y digital, apoyemos la creatividad de nuestros emprendedores y emprendedoras. También queremos exportar conocimiento”.
El mandatario ya había cosechado algunos apoyos de inversores globales antes de que se conocieran los resultados. Por caso, el Credit Suisse (empresa de servicios financieros, con sede principal en la ciudad de Zúrich) sostuvo en un informe que “el hecho de que el expresidente esté asintiendo a los partidos de centroderecha y derecha nos da confianza en que adoptará una postura pragmática”. Dando lugar a “la aprobación de reformas y con algunos avances en el proceso de consolidación fiscal como en 2003.”
Por su parte, Rogerio Xavier, socio fundador del fondo de inversiones SPX con sede en Londres había sostenido: “Pueden decir lo que quieran pero en el exterior Lula es un éxito”. Con él, “los inversionistas extranjeros ven una oportunidad para que Brasil mejore”.
Pacto
Con gran audacia, uno de los elementos que vienen promoviendo desde la iniciativa progresista es el pacto del trabajo con el capital (“pacto social”). Múltiples instancias se han venido desarrollando bajo las ideas de conectar gobiernos, sindicatos y empresarios en comunión.
En Argentina, los episodios más recientes muestran que las centrales sindicales vienen promoviendo su integración a las agendas de gobierno en conciliación con la parte empresarial. En algunos casos, acusando la escasa “representatividad política”, se han ido sumando filas de dirigentes sindicales al arco político/institucional.
El 17 de octubre tuvo lugar en unos de los múltiples actos realizados por el día de la “lealtad peronista” el lanzamiento del “Movimiento Nacional Sindical Peronista (MNSP)” promovido por el consejo directivo de la Confederación General del Trabajo (CGT). Según había sostenido Gerardo Martínez, de la UOCRA, la creación del MNSP es para que existan “diputados y senadores” del movimiento sindical.
Por otra parte, Walter Correa, dirigente de la Corriente Federal de Trabajadores fue nombrado recientemente como ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires. En una nota a Agencia Paco Urondo, había declarado: “necesitamos funcionarios con legitimidad, del barrio y del obrero”.
En ese contexto reapareció la vicepresidenta en un acto público organizado en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), luego del atentado en las inmediaciones de su casa el pasado 1 de septiembre.
Ante un público colmado de trabajadores metalúrgicos, la dirigente retomó la perspectiva de que el salario debe recuperarse ante el crecimiento de la productividad industrial y dió lugar al pedido de incremento por sumas fijas. Además, valoró las medidas que viene llevando a cabo el ministro de Economía: “Massa está haciendo un gran esfuerzo administrando las consecuencias de lo que pasó”.
Ofensiva
Atento ante las disputas con el viejo orden neoliberal, el relanzamiento de la ofensiva progresista es proyectada desde la posición que debe asumir el Estado en la fase actual del capitalismo.
En una nota del Project Syndicate, titulada “Nuevas misiones para América Latina”, se propone “que los gobiernos de América latina adopten estrategias industriales orientadas por misiones” con “énfasis en reconsiderar el papel del Estado”.
Hay que ver al Estado no como un obstáculo al crecimiento, sino como un configurador seguro y capaz del mercado. Mariana Mazzucato, Project Syndicate.
“Hay que ver al Estado no como un obstáculo al crecimiento, sino como un configurador seguro y capaz del mercado” sostiene el informe elaborado por Mariana Mazzucato. “Pero para que el Estado tenga éxito en este papel, los gobiernos deben fijar objetivos claros y demostrar voluntad de usar todos los instrumentos de que disponen, desde la compra pública hasta el otorgamiento de préstamos”, amplió.
“Los gobiernos pueden comenzar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y luego idear misiones que impulsen la movilización colectiva multisectorial hacia el logro de cada uno de ellos” sentenció Mazzucato. Sin ir más lejos, en la ciudad de Villa María se presentó recientemente el proyecto de Presupuesto 2023 dividido en ejes que obedecen a los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
En esa tendencia nos encontramos actualmente si repasamos hacia dónde viene dirigiéndose el accionar del Estado en Argentina durante los últimos años. Crecimiento de la visión que asegura el campo de negocios al extractivismo agrobioindustrial, energético (petróleo y gases no convencionales), minero (litio) y financiero (endeudamiento externo y rentabilidad en el mercado de dinero local -Leliq, Lebac, Notaliq-).
La ofensiva del capital promueve la desarticulación de la organización gremial del trabajo integrándose bajo el esquema del pacto entre partes “iguales”, ahora impulsada por la idea democrática de la “representatividad”.
Entonces los ejes articuladores en el polo del trabajo lo encapsulan en la disyuntiva de las “representaciones políticas” y las aspiraciones gremiales económicas son abandonadas por posturas políticas institucionales.