El 2 de abril se cumplio un nuevo aniversario de la instalación de la Carpa Blanca, una gran clase pública que duró 1003 días frente al Congreso Nacional, un hito en la lucha docente.
Avanzada la década de los 90’ el plan económico del Consenso de Washington se había logrado implementar a rajatabla en el país bajo el gobierno de Carlos Menem. Con la Ley de Reforma del Estado en agosto de 1989, el gobierno quedó autorizado para privatizar empresas estatales como la telefónica Entel y Aerolíneas Argentinas, entre muchas otras.
En paralelo, se promovieron medidas para que los grandes bancos obtuvieran ganancias exorbitantes en el país, mientras que se condenó a la población a la más cruenta austeridad. Los recortes en las distintas áreas del Estado eran moneda corriente y las consecuencias para las familias trabajadoras fueron el aumento del desempleo, el empleo precario y la pobreza.
Contexto de la lucha docente
Frente a ello, las protestas en distintos sectores fueron tomando cada vez más escala y radicalidad en todo el país. En todas las provincias trabajadores del sector público y privado, pequeños comerciantes, médicos y comunidades enteras se sumaban a las iniciativas contra las políticas neoliberales y su impacto en las condiciones de vida.
En dicho contexto tuvo lugar la Ley de Transferencia Educativa de 1992 donde el gobierno nacional se desligó de los presupuestos destinados a la educación, transfiriendose a las provincias. Un año más tarde también se aprobó la Ley Federal de Educación reformando la estructura de la enseñanza educativa.
Durante los años siguientes los ajustes salariales, recortes en los presupuestos provinciales y el cierre de escuelas fueron algunas de las consecuencias de la política implementada generando en los años siguientes un auge en la lucha docente. Durante 1996 los docentes de Río Negro pararon por 140 días; en Jujuy, San Juan y Misiones hubo un paro de 45 días, y en la ciudad de Neuquén fueron a huelga por más de un mes.
Instalación de la carpa
En 1997 las movilizaciones de los docentes adquieren escala nacional y unifican su pedido de tirar abajo la Ley Federal de Educación. Ante la falta de respuestas, y la continuidad del plan de saqueo implementado durante casi una década de gobierno menemista. El 2 de abril la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) decide instalar una carpa blanca frente al Congreso de la Nación.
El reclamo principal de la carpa era la creación de un Fondo de Financiamiento Educativo que puso en el centro del debate político la crítica situación del sistema educativo. Aunque, dado que el ajuste impacta directamente en amplios sectores de la sociedad, no pasaron muchos días para que el reclamo se ampliase denunciando el ajuste generalizado y la deuda con el FMI.
Allí ayunaron por turnos más de 1200 docentes provenientes de todo el país, y según los cálculos de la CTERA pasaron por la carpa 1.500 maestros, 7000 escuelas y 2.800.000 personas visitantes que ayudaron en la organización. En paralelo se promueven otras acciones, como la junta de 1.500.000 firmas en defensa de la educación pública, cientos de hechos culturales y marchas multitudinarias que partían de la misma carpa.
La carpa de la dignidad, una caja de resonancia
En los 1003 días que duró la instalación de la carpa también estuvieron allí los familiares de José Luis Cabezas, de María Soledad Morales, de las víctimas de los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel, intentando unir sus reclamos junto al de los docentes. También se sumaron varias organizaciones de jubilados que reclamaban por su situación.
Además se hicieron actividades junto a familiares de muertos por el gatillo fácil, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sindicatos, organizaciones y militantes sociales que acercaron su solidaridad con la organización de los distintos eventos organizados por los docentes.
De esta manera, la Carpa Blanca se llamó la Carpa de la Dignidad, sirviendo como una caja de resonancia a los reclamos de los distintos sectores de la comunidad por mejores condiciones de vida y contra la política implementada en el país.
La protesta continuó hasta casi finales de 1999 cuando el Congreso Nacional aprobó, dentro de la Ley de Presupuesto, la creación de un fondo de $660 millones para educación con recursos del Tesoro Nacional y no con la recaudación del impuesto automotor como intentaban promover los docentes.
El poema “Blancuras” del periodista José María Pasquini Durán ilustra el proceso de lucha docente durante esos años: “Probaron, con toda evidencia, que ninguna razón de la economía es superior a la condición humana […] Se puede y se debe, enseñaron sin pizarrón ni tiza pero con legítimo orgullo”.