Un análisis sobre los últimos años permite comprender que la crisis no golpeó a todos por igual. Mientras la población trabajadora del país vió reducidos ampliamente sus ingresos, las ganancias empresariales aumentaron a niveles récords.
Unas cuantas empresas de los principales conglomerados económicos (bancos, minería, agricultura y combustibles) son los grandes ganadores de un largo ciclo de acumulación, acentuado durante los últimos años.
Para poner de relieve dicha realidad, al finalizar el gobierno de Macri, Tribuna realizó una nota titulada “quiénes ganaron, quiénes perdieron” donde se develan las medidas devaluatorias detrás del escenario electoral como el objetivo principal de las clases dominantes en el país.
Ver: Quiénes ganaron, quiénes perdieron
Para continuar dicha caracterización, a modo de balance, se vuelve necesario actualizar los resultados concretos de la política económica implementada durante los últimos años bajo la gestión actual.
Mercado de trabajo: ingresos y poder adquisitivo
Como gustan de llamarlo los economistas y empresarios, el mercado de trabajo está conformado por seres humanos que lo único que tienen para ofrecer es su fuerza de trabajo. Ésta se ofrece a cambio de una remuneración en forma de salario para luego adquirir los insumos básicos de supervivencia.
A estos trabajadores se les enfrentan quienes poseen el capital necesario para contratarlos y así usufructuar esa fuerza de trabajo en la producción de algún producto o servicio que, una vez consumado, se ofrece como mercancía en el país o hacia el exterior.
Ver: Un análisis de las condiciones de vida en el país
Cerrado este ciclo, quienes compraron la fuerza de trabajo aumentaron su capital, mientras que quienes la llevaron a cabo continuaron en la misma situación o peor que al comienzo. Todo lo que ellos produjeron fue ofrecido al mercado como propiedad privada de quien los contrató, sin llegar a tocar ninguno de sus beneficios.
Teniendo en cuenta esta dependencia estructural, analizar las variables que hacen a la distribución de los “ingresos” y la cuestión salarial es de vital importancia para comprender en qué condiciones de vida se encuentran los trabajadores del país y cómo la implementación de determinadas políticas responden a profundizar y acrecentar este ciclo de manera permanente.
En resumidas cuentas, en el país casi el 40% de la población, eso quiere decir 18.000.000 personas, son pobres, y el 8%, casi 4.000.000 de personas, son indigentes, o sea que no llegan a cubrir ni siquiera sus necesidades alimenticias. La situación se agrava aún más en niños de entre 0 y 14 años, ya que más de la mitad (54,2%) son pobres, y el 12% indigentes.
Mientras que, en los últimos años los índices de desocupación, precarización laboral y sobreexplotación de los trabajadores prácticamente no se han modificado respecto al periodo anterior.
El salario mínimo ha tenido una leve mejora pasando de 146 dólares a principios de 2020, ya en un piso considerablemente bajo, a 169 dólares en la actualidad, uno de los más bajos de Latinoamérica. Este 15% de incremento, sin embargo, es incomparablemente menor a la actividad económica y las ganancias empresariales del mismo periodo.
Si comparamos la masa salarial total respecto al aumento del dólar blue, vemos que desde enero de 2020 hasta la actualidad este último tuvo un incremento del 546%, mientras la masa salarial total del país en pesos lo hizo un 373%, una diferencia de 173%. Esta diferencia es una de las tantas muestras de cómo se ha favorecido el negocio especulativo por sobre las condiciones de vida de la población.
Como parte de los argumentos utilizados para justificar esta realidad, se define esta situación como de crisis “generalizada” a todos los pobladores del país, independientemente si estos son trabajadores, empresarios o actores financieros. Relacionando estos datos con algunas otras variables veremos que ello no se corresponde con la realidad.
Cuánto se produjo
El producto bruto interno (PBI) es un indicador que se utiliza para medir la actividad económica. El mismo se expresa en un índice que muestra el precio en dinero de la cantidad de productos y servicios que se produjeron en el país en un periodo determinado.
A pesar de sus vaivenes, este indicador crece a ritmo sostenido desde la década del 70 y, a pesar de la baja producida en la pandemia, en promedio los niveles de actividad en los años posteriores muestran no sólo una recuperación sino un crecimiento mucho mayor.
El primer trimestre de 2020 el país contaba con un PBI anual de 24.791.233 millones de pesos, mientras que el primer trimestre de este año se ubicó en los 117.888.142 millones, mostrando un aumento del 375% medido en precios corrientes.
Las principales actividades fueron la industria manufacturera, con un crecimiento del 480%; el comercio, con 452%; las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, que crecieron un 346%; y el transporte, almacenamiento y comunicaciones, con un 255% de crecimiento.
Cabe destacar que uno de los sectores que más aumentó su actividad fue el de explotación de minas y canteras con casi un 400% de incremento en el periodo.
Comercio exterior
El negocio en los principales complejos exportadores aumentó considerablemente en el período. Entre 2020 y 2022 el complejo de la soja se incrementó un 67% en dólares. El segundo complejo más grande, el manicero, creció un 55%, y el petrolero-petroquímico un 154%, superando al complejo automotriz como el 3ro más importante.
En total los 4 complejos exportadores del agro más importantes (soja, maíz, carne y trigo), que representan más del 50% de las exportaciones totales, pasaron de exportar 26.855 millones de dólares en 2020, a 43.409 millones en 2022. Esto significa que las empresas del sector aumentaron su facturación en dólares un 60% en tan solo dos años y los números de este año continúan con aumentos récords.
La actividad con mayor crecimiento en el periodo 2019/2022 fue por lejos la del litio, incrementándose un 276%. El segundo fue el de biodiesel con 138% y tercero el de girasol con 102%.
Por otro lado, el contraste entre las importaciones y las exportaciones según el último informe de intercambio comercial del INDEC, muestra que más del 60% de los productos exportados son bienes primarios o manufacturas de origen agropecuario; mientras que el 54% de las importaciones pertenecen a bienes capital (maquinaria y transporte) e intermedios (productos elaborados).
Esto muestra cómo el contraste entre peores condiciones de vida y salarios respecto a las ganancias privadas se realiza en paralelo a la ejecución de un proyecto de dependencia que ubica al país como exportador de materias primas baratas al mundo.
Ganancias empresarias y valores de la Bolsa
El Instituto de Pensamiento y Política Públicas comentó a través de una publicación en 2021 que los diez empresarios con mayor poder en el país, entre los que se encuentran Rocca, Pagani, Viegener, Pérez Companc, Magnetto y Eurnekian, entre otros; poseen acciones en 27 de las firmas de mayor facturación. Estas empresas concentran el 35% de la facturación total.
Sin embargo, el requisito para que las empresas asentadas en el país, sean nacionales o extranjeras, puedan instalarse en algún sector productivo es a través del acceso al mercado de capitales. Este mercado es regulado por la Comisión Nacional de Valores (CNV) y tanto la cantidad de empresas como la de los operadores se conforman por un selecto y minoritario grupo.
Ver: La deuda que supimos conseguir
Según la última Memoria y Balance de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), el índice que mide la evolución las acciones de las empresas más grandes del país finalizó el 2022 con un incremento interanual del 142%; en tanto el índice S&P BYMA General, otro índice que contempla el resto de las empresas que cotizan en la Bolsa, exhibió un aumento del 143%.
En el mismo año, dentro de las sociedades con mayores operaciones se encuentra el Grupo Financiero Galicia que movió un valor de $82.092 millones. Otra de las empresas más importantes fué Pampa Energía, con un volumen total de $34.526 millones. La sumatoria del monto negociado por estas dos sociedades, sumado al de YPF S.A, representa más del 50% del total operado en acciones en BYMA durante 2022.
Además, el negocio financiero en general tuvo grandes rendimientos. El total negociado en BYMA durante el 2022 fué de $110.504.940 millones (casi el PBI de Argentina), representando un incremento del 203% respecto al año anterior.
La deuda
Es innegable que en las últimas décadas la deuda se ha vuelto un mecanismo de ariete para todo el entramado político y económico de todos los países del mundo. Desde un gobierno que pretenda financiamiento para la obra “pública” como empresas que quieran invertir en la producción, deben acceder al mercado de crédito y pasar a depender de los financistas.
En Argentina tiene un peso singular ya que es uno de los países más endeudados del mundo y, tanto la administración pública como la gestión privada, se han vuelto adictos insalvables de dicho mecanismo. Además, quienes se posicionan como los actores dadores de crédito han garantizado sus beneficios extraordinarios por sobre el resto de los grupos empresariales, y mucho más aún frente a los trabajadores.
Bajo la actual administración, sólo en el 2022, el mayor monto operado en la Bolsa de Valores se realizó a través de títulos públicos por un valor de $49.933.345 millones de pesos, casi la mitad del total. Este monto respecto al 2021 significó un aumento del 184% y, según el informe de la BCBA, el promedio de endeudamiento del Estado en el 2022 a través de este instrumento fue de $204.644 millones diarios.
En cuanto a la deuda privada, la misma creció de 81.401 millones de dólares en junio de 2020, ya un monto récord; a 87.405 millones al finalizar el 2022. Las deudas por importaciones y las financieras (que se realizan a través de títulos y préstamos) representan alrededor del 65% del total.
Como vemos, la crisis justifica las penurias de los trabajadores pero no explica el contraste de ellas respecto a las ganancias privadas y la dependencia del país a los poderes financieros. Poner nuestra mirada hacia este proceso apunta a la necesidad de cambiarlo.