Hoy, la entidad en donde se decide la dirección de los recursos y la política en el país cumple un nuevo aniversario. Una historia de especulación y saqueo que dura hasta nuestros días.
Es inevitable el paralelismo histórico entre la conformación del Estado y el capitalismo argentino. Tanto es así que la primera Constitución Nacional y la fundación de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), el principal actor financiero del mercado de capitales en el país, difieren sólo por un año.
A lo largo de sus 166 años de existencia la institución cumplió diferentes funciones para facilitar el accionar de los grandes bancos y financistas centralizando las operaciones financieras (principalmente el crédito) para que tanto las empresas como el Estado pudieran financiar su actividad.
En la actualidad la institución es parte de un entramado empresarial conformado por el Mercado de Valores (BYMA) y la Caja de Valores, firmas que realizan operaciones específicas en el mercado financiero para resguardar el interés de los grandes fondos inversores.
Por otro lado, también existe el Mercado Abierto Electrónico (MAE) conformado por los grandes bancos y en muchos “rubros” disputa con la BCBA, aunque en otros se complementan y articulan. En todos ellos operan sólo una cantidad muy reducida de actores avalados por la Comisión Nacional de Valores (CVN), entidad “controlante”.
Antecedentes
En 1821, bajo el gobierno de Bernardino Rivadavia, se creó en el país, como en gran parte de los países imperiales de la época, una Bolsa Mercantil. La misma tuvo un funcionamiento de aproximadamente 50 años.
Allí principalmente se comercializaba oro, actividad que, según algunas fuentes, era considerada semiclandestina. Las denuncias de agio que se realizaban frecuentemente sobre estos grupos llevó a que fuese llamada peyorativamente “Camoatí”, que en idioma indígena significa “conjunto de avispas que se reúnen en un árbol y construyen su nido para luego deshacerlo y construir otro en distinto lugar”.
Sus inicios
Bajo estos antecedentes, el 10 de julio de 1854 se fundó la BCBA. En ese entonces se encontraba en la presidencia José de Urquiza quien en su afán de acompañar el desarrollo del capitalismo nacional a través de la construcción de vías férreas, caminos y la ampliación de las tierras productivas, necesitó del financiamiento del capital.
En el informe sobre el ejercicio del año 1887 de la propia entidad, mencionan que “es de esta Bolsa de donde han salido los recursos que han transformado la Nación, bancos, ferrocarriles, puentes, puertos, crédito público y privado, todo se elabora aquí, y desde Buenos Aires, hasta los confines de la República no nace una asociación ni se inicia un progreso que no encuentre forma, capital y protección en nuestro seno”.
Posteriormente, otras Bolsas Comerciales se desarrollarían en el interior del país, como la de Rosario y la de Santa Fé (ambas creadas en 1884), y la de Córdoba en 1900. Ambas significaron centros financieros muy importantes en sus regiones pero nunca se aproximaron al caudal negociado en la BCBA.
Durante el Peronismo
Durante su primer siglo de existencia la BCBA consolidó su posición como la casa central de las oligarquías financieras, tanto extranjeras como nacionales, donde dirimieron sus diferencias para llevar a cabo el control y la dirección de los recursos en el país.
Sin embargo, en 1949 bajo la presidencia de Juán Domingo Perón, se dió impulso a una serie de reglamentaciones, entre las que se encuentran los decretos 12.793, la ley 13.571 y el decreto 25.120, con las cuales se restó atribuciones a la Bolsa buscando desincentivar la compra y venta de acciones como medio de financiamiento.
La nacionalización y la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central concentró las funciones de asignación de crédito intentando dirigir el capital hacia aquellas actividades consideradas como prioritarias devaluando el accionar de la BCBA.
Sólo posterior al golpe de 1955, a pesar de algunos vaivenes, la actividad de la institución volvió a fortalecerse aumentando el volumen de capital en circulación y la cantidad de actores intervinientes.
Segunda mitad de siglo XX
Tras una década de guerra civil encubierta, la inestabilidad política y económica afectó fuertemente el negocio de los capitales en el país. En 1966 la dictadura de Juan Carlos Onganía quiso poner fin a dicho periodo prestando especial atención a la BCBA.
Durante su gobierno, uno de los miembros de la BCBA devenido Ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena, propuso sancionar la ley 17.811 que creó la Comisión Nacional de Valores (CNV) para regular y reglamentar la actividad.
Tomando de ejemplo a los “países desarrollados” del mundo, el ministro estableció como el principal objetivo de la nueva institución el salvaguardar los intereses de los inversores bajo el instrumento de los títulos públicos. Las transacciones de este instrumento que representaba el 10% en 1960, alcanzó el 66% en 1970, el 89% en 1976, y se mantuvo en el 80% del total operado durante los años siguientes hasta 1988.
De esta manera, la plutocracia financiera utilizó la BCBA para enquistarse en el país dependiendo en gran parte de la deuda pública del Estado. Una vez más puede verse como el desarrollo del capitalismo lleva consigo el desarrollo de una forma específica del Estado.
Durante la década del 90, con Carlos Menem en la presidencia, la actividad de la entidad obtuvo sus años gloriosos, nuevamente bajo el ala del Estado a través de la privatización de las empresas y el incremento exponencial de la deuda pública, operaciones que inevitablemente se realizaban en la BCBA.
Actualidad
Su pico de mayor negocio fue durante la crisis entre los años 2000 y 2002, y su poder de influencia no hizo más que incrementarse durante los primeros años del nuevo siglo. Tanto así que sin importar el signo político de quien ostenta la presidencia, es un deber conseguir el aval de las instituciones que conforman la BCBA para las medidas que se adopten desde el Estado.
El presidente de la entidad, Adelmo Gabbi, durante la presidencia de Nestor Kirchner, dijo que “la Bolsa y sobre todo en los últimos años, es una Bolsa es nacional y popular. (…) Somos todos argentinos y nacionalistas. Somos defensores de la Argentina y de lo nuestro. Para nosotros no hay dinero que compre nuestro amor por la patria”.
Unos años más tarde, Cristina Fernandez, en el aniversario de la institución en 2009, dijo que “los hombres y mujeres que operan en la Bolsa, que muchas veces son presentados como especuladores” en realidad “conforman el corazón del financiamiento a largo plazo de todas las empresas en materia de inversión productiva, de servicio y de financiamiento”. Al año siguiente sentenció: “Bien puede decirse que la bolsa equivale al corazón económico de un país”.
Entonces, “¿Cuál ha sido entonces el rol de la Bolsa en el desarrollo del país?”, le preguntaron a su presidente el año pasado desde el diario La Nación, a lo cual contestó: “La realidad es que fue (por la BCBA) la financiadora del país en lo privado y en lo público. Todos los negocios pasaron por ahí: no hay negocio importante en la vida institucional del país de los últimos 166 años que no haya pasado por la Bolsa”.
En 2017 dio un paso más al crear Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA) con el objetivo de ampliar, expandir y potenciar el negocio financiero local. Aparentemente, a pesar de su innegable coordinación y colaboración, se promovió su creación en contraposición con el Mercado Abierto Electrónico (MAE).
En la actualidad existe un amplio marco de normativas que rigen el mercado de capitales nacional, entre las que podemos destacar la Ley de Oferta Pública de títulos valores, la Ley del sistema integrado de Jubilaciones y Pensiones, la Ley de Fondos Comunes de Inversión, la Ley de Fideicomisos Financieros, los Decretos sobre calificadoras de riesgo, las resoluciones administrativas de la CNV y los reglamentos internos de las entidades autorreguladas, como el Estatuto y el Reglamento de la BCBA.