La CGT presentó un programa para “un nuevo contrato social” poniendo en el centro del debate la orientación que debe asumir el movimiento obrero en un contexto actual y su relación con otros momentos históricos.
La Confederación General del Trabajo (CGT) presentó un documento titulado “Agenda argentina para un nuevo contrato social. Hacia un país con desarrollo, producción y trabajo” al bloque de senadores de Unión por la Patria.
Allí plantean la necesidad de “avanzar hacia una agenda de diálogo” entre empresarios, gobierno y gremios para el abordaje de 17 puntos entre los que se encuentran: trabajo, educación, salud, política industrial, política energética, sistema financiero, reforma tributaria, entre otros.
Proponen combatir a la pobreza y la indigencia con “políticas públicas profundas, con redes institucionales de inserción y contención en territorio” y con “programas intensivos y progresivos”.
Además, sugieren una “política de Estado de Seguridad Interior para abordar el narco-crimen” e incrementar el presupuesto a las fuerzas de seguridad para la “capacitación y especialización de los agentes”.
Por último, comentan que es “prioritaria una política de vivienda” donde el Estado garantice “líneas de crédito con tasas de interés subsidiada”. No se menciona en el documento la fijación del Salario Mínimo (SMVM), como así tampoco algo relacionado a la deuda pública.
Esta propuesta, en un contexto de una feroz avanzada sobre las condiciones de vida de los trabajadores del país y de cara a un nuevo 1° de mayo, pone en el centro del debate la orientación que debe asumir el movimiento obrero para cambiar esta situación. Los programas de la central obrera a lo largo de la historia sirven hoy como referencia para ello.
Programas históricos
Los programas obreros son documentos elaborados con el fin de hacer público la orientación respecto a demandas y objetivos que la clase trabajadora propone para cada etapa o momento histórico. De ahí su relativa importancia en la actividad conjunta de todo el movimiento.
En líneas generales, y a pesar de los cambios en la coyuntura política, en las demandas sintetizadas en los programas obreros a lo largo del siglo XX se puede ver consignas con una continuidad que perdura hasta nuestros días.
El 30 de noviembre de 1957, ante una dictadura impuesta por un feroz golpe militar y en medio de una encarnizada lucha en las fábricas y barrios obreros, se realizó un plenario de delegados regionales de la CGT Córdoba de Atilio Lopez en La Falda.
Allí definieron tres ejes centrales para la “independencia económica, la justicia social y la soberanía política”, donde se planteaba, entre otros puntos, el “control estatal del comercio exterior”, la “liquidación de los monopolios extranjeros”, “altos salarios”, una reforma agraria y el “control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional”.
Además, se proponía el “fortalecimiento del estado nacional popular, tendiente a lograr la destrucción de los sectores oligárquicos antinacionales y sus aliados extranjeros, y teniendo presente que la clase trabajadora es la única fuerza argentina que representa en sus intereses los anhelos del país mismo, a lo que agrega su unidad de planteamientos de lucha y fortaleza”.
Cinco años después, también en la provincia de Córdoba, en Huerta Grande, se elaboró el programa histórico conocido con el nombre de la localidad luego de un plenario de gremios pertenecientes a las “62 Organizaciones”, de Amado Olmos, y los llamados “Independientes”.
En ese momento plantearon “nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado”, “implantar el control estatal sobre el comercio exterior”, “prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales”, “desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo”, “implantar el control obrero sobre la producción”, “abolir el secreto comercial”, entre otros.
El próximo lo realizaría el 1° de mayo de 1968 la CGT de los Argentinos, conducida por Raimundo Ongaro, donde también tuvo una activa participación Rodolfo Walsh. En el plenario normalizador, bajo el nombre de “Amado Olmos”, se cuestionó “el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción”.
“La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual”, comenta el documento.
En base a ello, retomaron los “pronunciamientos ya históricos de la clase obrera argentina”, entre los que se encontraban: “la propiedad sólo debe existir en función social”, “los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos”, expulsión de los monopolios, reforma agraria, entre otros.
“La CGT convoca en suma a todos los sectores, con la única excepción de minorías entregadoras y dirigentes corrompidos, a movilizarse en los cuatro rincones del país para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre (…) solo el pueblo salvará al pueblo”, concluyeron.
Dicho proceso de formación culminó con la ofensiva militar que se propuso aniquilar el movimiento y sus consignas históricas. Tal fue el planteo que Juan Alemann, secretario de Hacienda de la dictadura militar, aseguró a la prensa en 1987 que su objetivo principal “era derrotar al movimiento sindical y desarticular a las organizaciones obreras”.
Recién en 1986, con la CGT de Saul Ubaldini, se retomarían los lineamientos históricos bajo el “Programa de los 26 puntos para la Unión Nacional” donde se planteaba la moratoria del pago de la deuda externa para reactivar la producción nacional, “nacionalización de los depósitos bancarios”, “garantizar en la práctica los derechos del trabajador establecidos por la Constitución Nacional, así como el funcionamiento de las convenciones colectivas de trabajo”, “elevar el salario de los trabajadores y jubilados”, entre otros.
Programa y plan de lucha en la actualidad
Hace dos semanas, luego de la presentación del documento, el Consejo Directivo de la CGT convocó a un paro nacional sin movilización para el próximo 9 de mayo contra los despidos en el Estado, las medidas que atentan contra los derechos laborales y las políticas económicas del Gobierno Nacional.
Además, anunciaron la participación de la central el 23 de abril en la “Gran Marcha Universitaria” y una movilización para el 1 de mayo por el Día del Trabajador hacia el Monumento al Trabajo.
La necesidad de retomar en la práctica las consignas históricas del movimiento obrero como requisito esencial en la defensa de sus intereses.
A pesar de la insistencia, Hector Daer, uno de los triunviros de la central, comentó en una conferencia de prensa que la medida se decidió luego de que el Gobierno Nacional hiciera caso omiso a las peticiones realizadas en una reunión mantenida con funcionarios para “recomponer el diálogo”.
De esta manera se busca obstruir el escenario de lucha del movimiento obrero, que tiene su expresión en una creciente conflictividad en varios sectores del trabajo, bajo el paraguas de una “agenda de diálogo”. Sus resultados terminan siendo la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y la fuga de recursos producidos por ellos mismos, cuestión que vuelve a poner de relieve la necesidad de retomar en la práctica las consignas históricas del movimiento obrero como requisito esencial en la defensa de sus intereses.