“No se puede esperar más la salida desde un lugar partidario porque, en ese modelo, quien se pone al frente es una clase dirigente sumisa al poder”, dijo Marco Pozzi, delegado y paritario aceitero.
Marco Pozzi, delegado paritario de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (Ftciodyara), conversó con Tribuna luego del acuerdo que llevó el ingreso mínimo del sector a $1.562.000.
¿Qué importancia tuvo el plenario en San Lorenzo (Santa Fé) realizado junto al otro gran sindicato del sector (SOEA)?
Fue la primera vez que hicimos un plenario con más de 250 delegados de la Federación Aceitera y del sindicato de San Lorenzo. De ahí salimos con el mandato de que la dirigencia tome las decisiones que sean necesarias para discutir salario y nuestras condiciones de vida.
La presencia de los trabajadores aceiteros se da en el Cordón Industrial del Gran Rosario, Bahía Blanca, Tancacha, San Luis, Cañuelas, Entre Ríos y Ciudad de Buenos Aires.
Al mes del Congreso iniciamos el paro por revisión salarial, donde tenemos experiencia ya que es la cuarta paritaria que lo hacemos juntos y creemos que es una forma de organizar conjuntamente los elementos de lucha.
El reclamo principal tiene que ver con una revisión salarial para sostener el salario mínimo vital y móvil que se viene discutiendo desde la Federación desde hace 20 años a partir de lo que dice la Ley de Contrato de Trabajo y el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Ahí se mencionan las nueve necesidades de acuerdo a los bienes de consumo que tomamos de referencia.
En base a ello, las cámaras empresarias ofrecieron un acuerdo basado en la inflación mensual pero ese cálculo nos hace perder salario manteniéndolo planchado. Luego de cinco audiencias no se pudo llegar a un acuerdo.
Posterior a la última mesa de negociación resolvimos ir al paro que duró siete días hasta la conciliación donde nos volvimos a sentar a negociar y lograr sostener nuestra propuesta.
La adhesión de los compañeros fue total. De hecho, el día que nos dictaron la conciliación obligatoria levantamos la medida, pero los compañeros estaban dispuestos a seguir con la lucha. No hay dirigente que se pueda mover con tranquilidad si no tiene a todos los compañeros respaldándolo en este tipo de situaciones.
Y para quienes dicen que el problema es la gente, en realidad el problema es que los gremios de cada sector no acompañan y fomentan las medidas para ponerle un freno a esto que se está viviendo. Por eso no es solo la CGT, sino sobre todo los sindicatos que se decían fuertes y combativos, y que tampoco están teniendo el rol protagónico que deberían tener.
Los acuerdos de los trabajadores están muy lejos de una paritaria real donde vean valorizado su trabajo. Arreglan con porcentajes que van desde 4% al 2% y lo anuncian diciendo que rompen el techo porque el Gobierno dijo que no se podía más que eso.
¿De qué forma defienden este planteo?
Tanto para la Federación, como para el Sindicato de Aceiteros, aparece la democracia sindical como elemento determinante de todo esto. Si no tuviéramos a los delegados dentro de las fábricas sería muy difícil todo el resto.
Sólo de esta manera es que se puede lograr la escala necesaria para que todo el movimiento obrero deje de perder salario e incluso poder elevarlo.
Es una falencia que tiene hoy el modelo sindical ya que hace más de 40 años que tenemos los mismos dirigentes sindicales y cada vez más pegados a una necesidad partidaria que a lo que vive la realidad de los compañeros en la fábrica.
Destacar desde ya la enorme importancia de contagiar a otros gremios y empezar a discutir con todos los trabajadores la bandera del salario mínimo, vital y móvil.
¿Hacia delante qué acciones definieron?
Con este gobierno nacional es difícil porque actuamos más a reacción por lo que te desconcierta con todas las cosas que anuncian. Estos días anunciaron un comando anti-piquete para los sectores productivos. Seguramente tendremos que ir analizando la coyuntura y saliendo con algunas actividades como lo hicimos con la Ley de Bases.
Por parte de la dirigencia hay demasiado respeto hacia la clase política que es la misma que vota en contra de los trabajadores y no defiende a los jubilados. La misma que le da la libertad de hacer lo que quiera a un presidente que todavía no tiró una señal para los trabajadores.
Algunos proponen esperar al próximo gobierno que supuestamente nos va a salvar. Pero no hay que olvidarse de que esto ya pasó, donde hubo varias resistencias durante el macrismo pero no se terminó de consolidar la clase obrera porque la salida era “Hay 2023”.
Por todo esto debemos preguntarnos cuándo va a tener el protagonismo la clase trabajadora. Tenemos que cambiar el pensamiento. No se puede esperar más la salida desde un lugar partidario porque, en ese modelo, quien se pone al frente es una clase dirigente sumisa al poder.