Hay momentos en la historia en la que los pueblos deciden lanzarse con valentía a la lucha abriendo las puertas hacia un momento nuevo de liberación social.
Ecuador, Bolivia y Chile aparecen como las expresiones mediáticas de una situación generalizada en el continente en la cual todos los gobiernos parecen caminar por la cornisa.
Los modelos de políticas instauradas desde la dictadura y el comienzo de la era “democrática” parecen haber llegado a un límite.
La condición necesaria en la que siempre se realiza la historia es la lucha. Allí es dónde tiemblan las viejas ataduras y surgen nuevas capas que comienzan a superponerse creando algo nuevo.
Octubre fue un mes de agitación. Los casos de Ecuador, Chile, Bolivia son la punta del iceberg que ya no podrá ser ocultado. Si la cosa explotó, fue porque la mecha se consumió.
En Argentina hubo voto ¿Y la movilización? ¿Y la mecha consumida?
Pues, no es necesario irse tan atrás para recordar que el 2018 entre tomas de instituciones y el movimiento de trabajadores en la calle ese factor estuvo presente.
Desde hace casi 50 años los pueblos del sur sufren el apretón de las botas y las balas. Recuperar nuestra historia es a condición de saber que sin organización la lucha puede quedar sedimentada y la estructura inalterada.