El riesgo de miles de cooperativas, productores y trabajadores ponen la lupa sobre el Grupo Vicentín y el entramado agroindustrial del Gran Rosario.
4 de diciembre de 2019: el Grupo agroindustrial Vicentin comunica el inicio de una reestructuración del pago de una deuda de 23.500 millones de pesos que debe a los bancos (18 mil al Banco Nación) y $350.000 millones de dólares de proveedores (2000 productores y cooperativas), alegando una situación de “estrés financiero” causado por “un contexto de crisis recurrentes, aumento de tasas de financiamiento, cierre de mercados y el incremento permanente del costo argentino”, desentonando un cimbronazo para los empresarios, productores y trabajadores del sector.
Días después el grupo detuvo sus operaciones de molienda en tres de sus establecimientos de Santa Fe y se conoció que antes del anunció la firma vendió 16,67% de sus acciones (438.233.700 acciones) de Renova, un joint venture (empresa conjunta) formado en 2007 junto a la multinacional suiza Glencore dedicado a la molienda de soja y la producción de biodiesel y glicerina farmacéutica, a la firma Renaisco, afiliada de Glencore Agriculture.
Mediante esta operación Glencore Agriculture pasó a ser el accionista mayoritario de Renova con el 66,67% de las acciones.
Posteriormente en febrero, el Directorio de la cerealera informó la solicitud de apertura del concurso preventivo de crisis ante el Juzgado de Primera Instancia Distrito Nro. 4 en lo Civil y Comercial, Segunda Nominación de Reconquista, en la provincia de Santa Fe.
Por otro lado, El fiscal federal Gerardo Pollicita impulsó la denuncia penal contra el ex director del banco público Nación, Javier González Fraga, para investigar la supuesta concesión irregular de préstamos a la empresa agroindustrial Vicentín.
Finalmente, en junio, el anunció que dispuso la intervención y posterior expropiación de la empresa por parte del presidente Alberto Fernández terminó de desencadenar un torrente de posiciones, movilizaciones, debates y análisis, sacudiendo la opinión pública. “La expropiación de Vicentín es un paso hacia la soberanía alimentaria”, auguró Fernández durante el anuncio.
Una trama compleja
Vicentin, en cuestión, es la principal empresa argentina de molienda de oleaginosas. Produce 29.500 toneladas por día y tiene ventas por 4200 millones de dólares. Más del 85% de esas ventas, en el último ejercicio, fueron exportaciones. La molienda de oleaginosas representa un 85% de sus ingresos, el 15% restante se distribuye entre biocombustibles 7% y otros (fundamentalmente trading de cereales) el 8%.
En 2015, el grupo ocupaba el puesto 19 de las 200 empresas de mayor facturación del país y era la 4ta cerealera de este grupo de empresas (detrás de Cargill, Aceitera General Deheza y la Asoc. De Coop. Argentina). En 2018, pasó a el puesto 6, representando el primer lugar dentro de las cerealeras del ranking. En 2019, la cerealera exportó 2,6 millones de toneladas de granos, 5,9 millones de toneladas de subproductos y 1,4 millones de toneladas de aceites. Ocupó el cuarto lugar en el ranking general y primera en subproductos y aceites.
El grupo está compuesto por una compleja trama de más de 20 sociedades-empresas a través de las cuales controla la molienda de oleaginosas y producción de harinas y aceites, en la Sociedad Vicentin S.A.I.C. y sus subsidiarias Oleaginosa San Lorenzo S.A. y Renova S.A.; producción de biocombustibles; comercialización de granos desde sus dos terminales portuarias en el río Paraná; producción y desmonte de algodón (Algodonera Avellaneda).
A esto se suma la participación empresas alimenticias en rubros como el frigorífico (Friar) y lácteo (Arsa) y en firmas bodegueras. Por otro lado cuenta con una planta de envases (Renopack) para los aceites que elaboran desde Molinos, de la familia Pérez Companc a Víctor Fera, de la marca Marolio. Y contabiliza sociedades también en Paraguay, Brasil y España.
Mención aparte a Renova S.A., la joint venture fundada en 2007 en sociedad con Glencore, multinacional suiza que controla el 10% del mercado mundial de trigo y registra un historial de acusaciones por evasión de impuestos. Renova posee la planta de molienda más grande del mundo (con capacidad de procesamiento de 30 mil toneladas diarias de oleaginosas), un puerto propio sobre el río Paraná y una planta de producción de biodiesel y de aceite refinado capaz de producir 1.000 toneladas por día.
El grupo emplea alrededor de 6.000 trabajadores. De ellos, 2.195 corresponden a la industria aceitera (1.283 a Vicentín SAIC, 806 a Renova SA, 58 a Renopack SA y 48 a Patagonia Bioenergía SA); 920 de la algodonera; 376 de la vitivinícola y 2.057 de la frigorífica. Al menos los casi 1.300 empleos directos de la firma entraron en riesgo con el concurso de acreedores y el default de la empresa.
Corredor de dólares
Sería equívoco un análisis de la trama de Vicentin sin comprender el complejo cerealero argentino y sin considerar la vía navegable sobre la que está establecido: el río Paraná, espacio histórico de lucha y poder entre nuestro país y las potencias extranjeras:
Sus aguas fueron escenario, en 1845, de la Vuelta de Obligado, donde heroicos soldados argentinos resistieron la invasión de una flota anglo-francesa de 95 navíos de carga, en busca de imponer sus intereses comerciales, en una gesta épica frente a la amplia superioridad de las fuerzas enemigas.
En homenaje a esta férrea defensa al colonialismo, conmemoramos el Día de la Soberanía Nacional.
El Río Paraná es la segunda cuenca más extensa de Sudamérica después de la del Río Amazonas, con 3.940 km de extensión, 17.000 km de afluentes, recogiendo las aguas de la mayoría de los ríos del sur del continente. La hidrovía es la yugular del sistema agroexportador argentino: por ahí sale el 80% de las exportaciones de granos.
Del total de 22 empresas habilitadas para realizar exportaciones de granos, 18 están en el corredor del río Paraná, en el Gran Rosario. El complejo industrial oleaginoso del Gran Rosario, a su vez, representa el más importante del mundo a nivel de concentración geográfica, con 20 fábricas, en un radio de 40 km con una capacidad de movimiento de 159 mil toneladas, dos millones de camiones, 370 mil vagones ferroviarios, 2900 barcazas y 1400 embarcaciones de ultramar.
La importancia de este complejo explica una relevancia de escala global, ya que Argentina emerge de la mano del mismo como el principal proveedor mundial de harina y aceite de soja, tercer exportador de maíz, tercer exportador de poroto de soja, uno de los principales productores y exportadores de girasol, trigo y biodiesel.
El mercado de granos se caracteriza por su concentración y extranjerización: las principales cuatro empresas exportadoras concentran el 48% de las ventas externas totales de Argentina mientras que las principales 10 representaron el 91% del total de exportación de granos y productos derivados durante la campaña 2018/19.
En ese contexto, la mitad de las firmas exportadoras pertenece a capitales extranjeros (Cargill, Bunge, Dreyfus, Cofco) y la mitad a capitales nacionales (AGD, Vicentín, ACA y Molinos Agro), representando estas últimas un 36% del total de las exportaciones en la campaña en análisis.
Este mercado representa un complejo entramado de productores, acopiadores, exportadores, operadores comerciales, corredores, bolsas de cereales. El productor, el eslabón más débil de esta cadena, pacta un precio con el corredor de granos de manera anticipada a la exportación, con precio a fijar hasta un cierto lapso, buscando ahorrar en acopios o silobolsas. Una vez que se fija precio al productor, ya hay una liquidación emitida que la empresa exportadora se compromete a pagar al corredor -que se queda con una comisión- y al productor.
Además, los granos a nivel internacional cotizan en dólares, pero los productores cobran en pesos, por lo que los exportadores liquidan en el país los dólares que obtienen y pagan con pesos. Para los exportadores, la referencia de precios es la Bolsa de Chicago, para los productores las Bolsas de Rosario, Buenos Aires, entre otras.
La resolución de este conflicto tiene en vilo el futuro a todo el entramado productivo y su trama de poder e intereses de escala global, al tiempo que abre la perspectiva de repartir de nuevo las cartas de un mercado que tiene de rehenes a miles de trabajadores,productores, cooperativas, corredores tradicionales damnificados, pequeños accionistas y al mismo Estado Nacional.
La disputa por la construcción de un proyecto de país no se dará simplemente por la intervención estatal. Las necesarias transformaciones estructurales del funcionamiento de la economía local tendrán oportunidad de desplegarse desde el mismo interior del poder económico concentrado, de la mano de un profundo conocimiento del funcionamiento del mismo y los aunados intereses de los eslabones que representan el trabajo y la producción nacional.