Mientras el COVID avanza a lo largo y ancho de la región, millones de trabajadores pagan las consecuencias de otros virus: pobreza, desigualdad y desocupación.
Desde comienzos de la pandemia la población trabajadora de todo el mundo viene sufriendo las consecuencias de la voracidad con que las firmas y empresas accionan sin importar fronteras ni el bienestar de las personas.
Esta realidad, imposible de reflejar fielmente con números y tablas, no escapa a lo que vemos y vivimos cotidianamente. Aunque a través de los datos emitidos por los institutos de estadísticas de algunos países latinoamericanos intentamos aproximarnos a una realidad más amplia.
En la región
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), publicaron un informe sobre la población en condiciones de pobreza extrema en América Latina y el Caribe que podría llegar a 83,4 millones de personas en 2020.
Esto implica que 16 millones de personas más respecto al año anterior no llegan a los ingresos mínimos para cubrir necesidades alimentarias.
Además, en la presentación del informe, aclaran que “los efectos de la crisis ya son visibles en los sistemas alimentarios: la vulnerabilidad de los trabajadores ha crecido y los precios internos de los alimentos están subiendo más que el precio de otros productos de la canasta básica, según el Índice de precios al consumidor IPC”.
También, “por el aumento del desempleo y la caída en los ingresos, millones de personas no están pudiendo adquirir suficientes alimentos, y muchas otras están teniendo que optar por alimentos más baratos y de menor calidad nutricional”, comentan los organismos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Asimismo, según los datos relevados por este medio, todos los países de la región cuentan oficialmente con un salario mínimo inferior a la canasta total de pobreza, denotando la marcada complicidad de actores económicos y de gobierno respecto a la situación desesperante que viven los trabajadores.
Colombia
El gobierno de ese país dio a conocer hace 3 días que la pobreza en el país subió a 35,7% de la población. Esto representa alrededor de 18 millones de personas que hoy no pueden acceder a la totalidad de los bienes y servicios necesarios para vivir.
En cuanto a la indigencia aumentó a un porcentaje de 9,6%, representando a cerca de 5 millones de personas que no pueden acceder siquiera a la alimentación básica.
Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) en el trimestre junio – agosto de 2020, la tasa de desempleo en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue del 23,0%, lo que significó un aumento de 12,2 puntos porcentuales comparado con el mismo trimestre del año anterior.
Esto significa que aproximadamente 1.800.000 trabajadores han sido despedidos durante este año. Por otra parte, la ocupación que más cayó fue el Empleo doméstico con una variación de 39,1%, seguida de Patrón o empleador con 25,9%.
Una de las fracciones más golpeadas fue la juventud de entre 14 a 28 años, la cual aumentó exponencialmente los niveles de desocupación, llegando a cerca del 28% del total de jóvenes.
Chile
Todos los informes a los que tuvo acceso Tribuna tienen en común que la culpable de estos “números” alarmantes es la pandemia, sin ahondar en una situación de pobreza, desocupación, y otros indicadores, que no es novedosa en el continente.
Uno de esos casos es el de Chile, que reportó que en el trimestre junio–agosto de 2020 1.879.763 de personas despedidas, responsabilizando del hecho a la llegada de la pandemia COVID-19.
En cuanto a estadísticas sobre pobreza e indigencia son de difícil acceso en este país, ya que no existe en el vocabulario de los organismos estatales que se encargan de medirlo, lo que no quiere decir que dicha realidad sea inexistente en una de las sociedades más desiguales del continente.
Perú
La Encuesta Permanente de Empleo (EPE) del Instituto Nacional de Estadística e Informática arrojó que la población desocupada en el trimestre junio-agosto ascendió a 665.800 personas, lo que representa el 15,6% de la población económicamente activa.
A su vez, la población ocupada subempleada aumentó en 10,3% (alrededor de 180.700 personas 180 mil 700 personas). Los subempleados por insuficiencia de horas (subempleo visible) se incrementó en 24,9% (158.800 personas) y los subempleados por ingresos (subempleo invisible) en 2,0% (21 mil 900 personas).
El subempleo básicamente es una forma más de falta de empleo, ya que manifiesta una necesidad de mayores horas de trabajo por ingresos insuficientes para los gastos de vida. Esto aumenta considerablemente los números de la población que quedan por fuera del mercado laboral.
Según el último informe del Instituto de Estadística e Informática (INEI) más de 6,4 millones de peruanos se encuentra en situación de pobreza, es decir, unos 20.5% de la población del país. Cabe aclarar que dicha estadística es de febrero y no existen datos más actualizados, por lo que no refleja el impacto sufrido por la población en los últimos meses.
Brasil
Según la Encuesta Nacional de Muestra Continua de Hogares el número de personas empleadas tuvo una reducción récord del 9,6% en el trimestre terminado en junio, en comparación con el trimestre anterior, representando a 8,9 millones de ocupados menos.
Esto ubicó en 12,8 millones el número de trabajadores desocupados en total, en el país más extenso territorialmente y grande en cantidad de habitantes de toda Latinoamérica.
En cuanto a sectores, los trabajadores del comercio fueron los más afectados ya que 2,1 millones de personas perdieron su empleo. En la construcción tuvo una reducción del 16,6%, lo que representa 1,1 millones menos de personas que trabajan en el sector. Por último, los servicios nacionales, en los que los ocupados se redujeron en 1,3 millones de personas.
Paralelamente, la encuesta muestra que más de 14 millones de personas viven en extrema pobreza en el país. En cuanto al número de personas pobres que no están en extrema pobreza se ubica alrededor de 40 millones.
El panorama es desolador, resultando en una cantidad de población igual a la de Argentina y Uruguay juntos sumergidos en necesidades básicas insatisfechas como alimentos o bienes esenciales de existencia.
Sólo por tomar algunos ejemplos de la región, aunque el mapa podría continuar largamente, damos cuenta de una realidad que ya no puede esperar a promesas que nunca llegan a cumplirse.