Luego de tres “alto al fuego” entre los dos estados, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán no avizora tregua. Mientras tanto los negocios comerciales en la región quedan ocultos por el destello de las armas.
El conflicto desatado en el sur de la región del Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán cuenta con un largo antecedente de enfrentamientos y guerras. Por una cuestión de extensión partimos de lo más contemporáneo, que nos permita comprender la complejidad de la situación.
En 1988, Nagorno-Karabaj (autodenominada República Armenia de Karsaj), tras un referéndum de la población pidió la transferencia de su jurisdicción a Armenia. En ese entonces ambos territorios, junto a Azerbaiyan, formaban parte de la Unión Soviética (URSS).
Al no ser concedida esta petición, y tras el derrumbe de la URSS, se proclamó unilateralmente su independencia en 1991 con el apoyo de Everán, capital armenia, lo que da inicio a una guerra de cuatro años, con un saldo de 30.000 muertos y la pérdida del control de Nagorno Karabaj y siete distritos adyacentes por parte de Azerbaiyán.
Además dicho conflicto significó un éxodo de millones de personas de ambos países que vivían dentro de la región o en las cercanías.
Para mediar la escalada del conflicto, en 1994 se conformó el llamado Grupo de Minsk, copresidido por EEUU, Rusia y Francia. El grupo incluye además a Alemania, Bielorrusia, Finlandia, Italia, Suecia y Turquía, y la troika de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa).
Aunque ello no significó un cese total de los enfrentamientos ya que en años posteriores continuaron y, antes de los combates comenzados el 27 de septiembre del corriente año, el enfrentamiento más importante ocurrió durante cuatro días en abril de 2016, dejando un saldo de 110 muertos.
Emerge el conflicto
A mediados de este año la población azarí (gentilicio de Azerbaiyan) realizó una masiva movilización para pedir una guerra contra Armenia en la región de Karabaj, territorio que administrativamente le pertenece a dicho estado.
El mismo día de los ataques Ilham Alíev, presidente de Azerbaiyán, justificó su accionar ya que “estamos en nuestra tierra, no queremos la de los demás, pero la nuestra no la entregaremos a nadie”. Además aclaró que “nunca permitiremos la creación del así llamado ‘segundo Estado armenio’ en territorio azerbaiyano. Los sucesos de hoy son prueba de ello”.
Inmediatamente después organismos internacionales y representantes institucionales de diversos países se manifestaron a favor del diálogo para la resolución del conflicto. Entre ellos se encuentran Vladimir Putin, presidente de Rusia; Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas; el Departamento de Estado Unidos; Emmanuel Macron, presidente de Francia; James Appathurai, representante especial para el Cáucaso y Asia Central de la OTAN; Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Política Exterior; Vladímir Nórov, secretario general de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), entre muchos otros.
Al pasar los días tomamos algunas declaraciones que nos dan indicios de la verdadera naturaleza del conflicto. Vagarshak Arutiunián, asesor jefe del primer ministro de Armenia y exministro de Defensa de esta república, dijo que “nos estamos preparando para una larga guerra. ¿Por qué? Porque el actor clave no es Azerbaiyán, sino Turquía, que persigue sus intereses geopolíticos”.
A su vez, Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, intervino opinando que “ha llegado la hora de acabar con la ocupación, es tiempo de saldar las cuentas, de otro modo Armenia seguirá obrando a su antojo. Debe abandonar las tierras ocupadas porque todos saben que son tierras de Azerbaiyán”.
Además, acusó al grupo Minsk de no poder “solucionar este problema en casi 30 años. Hicieron todo lo posible para no resolver este problema”. Quedando demostrado días más tarde con los intentos de negociación, acuerdos y cese al fuego, ninguno cumplido por las dos partes.
Entre medio de las distintas acusaciones de un país hacia el otro, Artak Beglarian, defensor regional de derechos humanos de Nagorno Karabaj, dijo que “alrededor del 50% de la población se ha visto desplazada, un 90% de ellos son mujeres y niños. Hablamos de entre 70.000 y 75.000 personas”.
Días más tarde, incumplido los acuerdos de cese al fuego por la diplomacia de ambos países, el presidente azerí mencionó una cuestión fundamental de manera muy explícita: “Sí Armenia quiere implementar sus planes de dañar las tuberías de exportación en el territorio de Azerbaiyán, la respuesta será muy dura para Ereván. Estos proyectos son muy importantes para la seguridad energética de Europa, por eso todos deberíamos estar interesados en evitar que se dañen estas tuberías”.
Según el portal Israel Noticias, en dos de los oleoductos y gasoductos más importantes que atraviesan Azerbaiyán, algunos tramos se encuentran a tan sólo 25 millas de la reanudación de los combates en Nagorno-Karabaj. Estos campos, operados por la petrolera British Petroleum (BP), producen alrededor de 485.000 bpd de petróleo ligero, lo que representa aproximadamente el 75% de la producción de crudo azerí.
La guerra por el gas
Para comprender la importancia geográfica y de recursos, la región del Cáucaso cumple un rol territorial fundamental en la ruta comercial entre el occidente europeo y los países de Asia, lo que la hace muy importante en proyectos de libre comercio y de inversión productiva para el traslado de mercancías, como por ejemplo la Nueva Ruta de la seda.
Además, tras el descubrimiento del gigantesco yacimiento Shah Deniz en junio de 1999, con reservas de 1,2 billones de metros cúbicos de gas y 240 millones de toneladas de petróleo, Azerbaiyan se posicionó como el segundo país con mayores reservas de esa mercancía de la región y el 14° del mundo.
Ello hace que el país exporte más de 30 millones de toneladas de petróleo y aproximadamente 11 mil millones de metros cúbicos de gas natural al año, lo que representa más del 90% de sus exportaciones. Las empresas de Turquía son las principales compradoras de la mercancía para la elaboración de combustibles.
La trama de empresas petroleras en la región es de la más diversa. Existen alrededor de 15 proyectos transnacionales de traslado de gas y petróleo a través de ductos y un sinnúmero de proyectos menores que aportan a esos grandes canales de extracción.
A pesar de dicha complejidad podemos identificar a dos actores principales en la región en disputa: la nombrada anteriormente British Petroleum (BP) y Gazprom, una empresa con sede en Rusia que cuenta con un proyecto de cabecera llamado Nord Stream, que busca posicionarse como el principal suministrador de gas y petróleo a países de Europa.
No existen datos certeros, y varían dependiendo la fuente, pero BP cuenta con alrededor del 30% del negocio de extracción y traslado del gas y petróleo en el Mar Caspio. Las concesiones a dicha empresa por parte del estado azerí para su negocio en la región provienen desde los años 90.
Jones Gary Jones, presidente regional de BP para Azerbaiyán, Georgia y Turquía, comentando sobre uno de los proyectos de exploración en el país, dijo que “es un programa muy importante para nosotros, que demuestra la confianza y el papel que vemos en el Caspio”. Además de que buscan “llevar esta fuente de suministro de gas hasta mediados de siglo”, mostrando su importancia estratégica para esos capitales.
También Bakhtiyar Aslanbayli, vicepresidente de Relaciones Exteriores y Comunicaciones de BP en el Medio Oriente y la región del Caspio, en una entrevista dijo que “en Azerbaiyán, somos responsables de la exploración y el desarrollo de los principales recursos de petróleo y gas del país. Seguimos siendo fieles a estos compromisos, que son muy importantes para nosotros”.
Proyectos e inversores
Si hablamos de producción de este tipo de recursos las empresas junto a estados de la región vienen proyectando su transporte y comercialización a la mayor cantidad de territorios posibles. Allí entran los proyectos de inversiones millonarios para el desarrollo de los ductos, partiendo del pozo en el mar y atravesando varios países de la región como Georgia y Turquía, llegando a Europa por el sur de Italia y luego comercializado por todo el continente.
El gasoducto de Gas Natural Transanatolio o TANAP es uno de los proyectos mas importantes que busca transportar el gas natural azerbaiyano a Turquía y Europa. Además se integra al Corredor del Sur de Gas, unificándose con el gasoducto del Cáucaso Sur (SCP) y el gasoducto Trans-Adriático (TAP).
El operador del proyecto es la compañía petrolera BP y el desarrollo del yacimiento se realiza por consorcio. Además, se suman a distintos proyectos de extracción, traslado y comercialización empresas como American Chevron, ExxonMobil, Shell y empresas petroleras estatales como las del propio Azerbaiyan (consorcio de empresas públicas y privadas) y Turquía.
Según Javier Morales, investigador de UNICI, en una investigación “las mayores reservas de petróleo de la región se encuentran en Kazajstán y Azerbaiyán. Frente a las costas azeríes se localizan los de Azeri, Chirag y Gunashli —conocidos colectivamente como ACG—, en el fondo marino del Caspio”, que hoy se encuentran produciendo una cantidad muy importante de combustibles para la región.
También la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) dijo en un reporte que “el petróleo y el gas representan más del 90% de las exportaciones de Azerbaiyán”.
A través de esta compleja trama de intereses se puede poner en su lugar las posiciones de los gobiernos, ejércitos y la relativa importancia que juega la diplomacia en un conflicto de estas características. En ello vemos un claro ejemplo de cómo mientras los ministros y diplomáticos realizan declaraciones y buscan acuerdos entre los estados, las balas se disparan en defensa del negocio.