Opinión de Víctor Vedelago, jubilado.
El tema de los viejos paso a minimizarse sobre la discusión de los porcentajes que se aplicaran a los incrementos sobre los haberes que reciben aquellos que son beneficiarios de una jubilación y/o pensión.
Los viejos dejaron de ser personas para pasar a ser números sobre los que se discuten. Hacia fines del 2015 se había consolidado una política de Estado que integraba a los viejos como una totalidad, donde no solo se trataba de cuidar los ingresos, se protegía el Fondo de Sustentabilidad que garantizaba tranquilidad para el futuro, se había logrado un servicio de salud con ética humanista y se había dado un eje de participación en el diseño del modelo y el control de las prestaciones.
En cuatro años de gestión neoliberal se mercantilizó el lugar de los mayores en nuestra sociedad y se impuso un modelo de abandono circunscripto al manejo de variables económicas, ajustando la inversión en la atención del envejecimiento buscando que se generara un saldo para invertir en el sostenimiento de una deuda vil al servicio de los intereses más espúreos. Mientras tanto, una hábil política logró debilitar a los centro de jubilados, mermando la capacidad de lucha que las entidades habían logrado sostener durante muchos años.
La herencia que recibió el actual gobierno, agravada por el costo dramático consecuencia de la pandemia achico la capacidad de maniobra para recomponer todo lo que se había destruido. Hoy se retocan porcentajes buscando que la pobreza camine con su discapacidad al ritmo de la inflación. Es así que acercamos el ingreso del 85% de los jubilados a un ingreso cercano a los $ 20.000, cuando la canasta de ese mismo jubilado ya había llegado en octubre a los $ 40.000.
Pero de la experiencia en el trato comprometido que mantengo a diario con un importante grupo de jubilados surgen una compleja trama de necesidades insatisfechas que van más allá de cuanto cobran. La pandemia los aisló, condenándolos a depender de trámites por internet, cuando la mayoría carecen de conectividad y manejo eficiente, Esta forzada soledad los llenó de angustia, depresión y falta de esperanzas.
Es por ello que debemos incorporar a los viejos a ser protagonistas en la construcción de un nuevo modelo de contención, además debemos realizar una eficiente capacitación en los agentes responsables de su atención para que seamos todos artífices de una nueva realidad , respondiendo al paradigma: “Donde hay una necesidad surge un derecho”.