Tras la destitución de Vizcarra y la renuncia de Merino, el país ya cuenta con 4 presidentes en 4 años. La institución vigente entra en tensión y los distintos sectores pelean por definir la política de gobierno.
Martín Vizcarra asumió la presidencia en marzo de 2018 tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski. El pasado septiembre de 2019 disolvió el congreso comandado por la fuerza de Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, expresidente de Perú, dejando entrever la puja insalvable por tomar el mando del gobierno entre los distintos espacios políticos.
Destitución
El proceso de destitución contra Vizcarra comenzó en el Congreso el 11 de septiembre de 2020 cuando se inició el procedimiento por motivos de “incapacidad moral”. En la votación se aprobó la petición por 65 votos a favor, 36 votos en contra y 24 abstenciones, aunque sin resultado efectivo.
Luego, el 2 de noviembre de 2020, se presentó una segunda moción de vacante que se debatió en la sesión plenaria del Congreso, la cual fue aprobada por 60 votos a favor de iniciar el proceso, 40 votos en contra y 18 abstenciones. Las acusaciones rondaban sobre la corrupción por recibir coimas empresariales y mal manejo de la crisis sanitaria por el COVID-19.
La solicitud de vacante presidencial estaba programada para el lunes 9 de noviembre, fecha en la que el presidente fue destituido de su cargo por el voto del 80% de los congresales. Al día siguiente asumió el cargo Manuel Merino, junto a un nuevo gabinete. El golpe de mano se había consumado.
Movilizaciones y sucesión
Merino fue productor agrícola y comerciante que se dedicaba a la cría de ganado, y tras representar a los productores del departamento donde residía incursionó en la política entrando el año 2000. Se desempeñó como presidente del Congreso hasta la destitución de Vizcarra.
Inmediatamente después de su juramento masivas movilizaciones se organizaron en las ciudades más grandes del país por varios días. Las principales consignas apuntaron a la renuncia del “ilegítimo” presidente y la crítica al sistema político-institucional vigente.
A pesar de la situación no perdieron el tiempo para mostrar sus aliados internacionales, ya que el presidente del Congreso, Luis Valdez Farías, recibió al día siguiente al embajador de la Unión Europea, Diego Mellado, buscando ratificar su compromiso con Perú.
Por otro lado, el mismo día de la asunción, la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) denunció en una carta que “el pueblo (poder constituyente) en las calles no reconoce legitimidad de los poderes constituidos: Ni el Ejecutivo ni del Legislativo”.
Además, se exigió “la inmediata renuncia de Manuel Merino de Lama y la conformación de un Gobierno Provisional con participación popular que convoque de inmediato a una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución Política que acuerde un nuevo contrato social para una nueva República”.
Convocando a un paro nacional para el 18 de noviembre, la central “llama a los trabajadores y al pueblo a continuar la lucha en defensa de la democracia y a participar en activamente hasta que los usurpadores corruptos y explotadores se vayan y se instale un gobierno provisional con participación popular que convoque a una Asamblea Constituyente”.
Otro golpe de mano golpeaba la puerta del congreso: tras una represión que se llevó dos vidas de manifestantes intensificando las movilizaciones, con el congreso quitándole el apoyo a la alianza gobernante y tras presiones de algunos organismos internacionales Merino renunció el 15 de noviembre, a tan sólo cuatro días de haber asumido.
Los poderosos al poder
La presentación de la única lista de sucesión llevaba el nombre de presidente a Francisco Sagasti, hombre ligado directamente a organismos como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la ONU, entre otros.
Entre una de las designaciones que efectivizó al llegar a la presidencia fue la de Violeta Bermúdez como primer ministro. Su trayectoria se vincula a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés), una agencia que tiene como objetivo directo la injerencia en otros países.
Imposible ocultar su marco de alianzas, tras solo unos días de asumir y con la tensión todavía en las calles, el presidente Sagasti participó en la Cumbre del Foro APEC, encargado de llevar a cabo tratados de libre comercio entre Asia y América por el mar Pacífico.
Sucesión tras sucesión parece no avizorar una salida favorable a los sectores populares y la clase trabajadora que, tras meses de ataques contra los mismos en un contexto de pandemia y guerra económica, se encuentran en una situación de necesidades básicas como alimentación, salud y viviendas, cuestión repitente en toda Latinoamérica y el resto del mundo.
Mientras tanto el marco institucional y político vigente demuestra pasado los años a quienes verdaderamente responde: grupos de poder con representación en organismos internacionales como el Banco Mundial. Esto trae como consecuencia una separación radical entre la representación democrática y la imposibilidad del pueblo peruano de definir el destino del país.