Embarcarnos en la tarea por comprender la realidad implica un proceso arduo pero sumamente necesario. Aunque ese conocimiento sólo cobra sentido cuando está guiado por una necesidad transformadora. No nos basta con presentar una situación, develando sus mecanismos y leyes, si en el mismo recorrido no buscamos propuestas para superarla demostrando concretamente el marco de posibilidad para hacerlo.
En ese camino emprendimos este material que encuentra su razón de ser en el debate de trabajadores/as y militantes que busquen el cambio de la sociedad. En un contexto adverso para la humanidad ya no bastan los discursos altisonantes, con palabras igual de bonitas que vacías. Es necesario un proyecto común que encamine las fuerzas motrices de nuestra sociedad hacia el control del trabajo y las riquezas que este genera.
Este periodo en particular se caracteriza por la existencia de una fracción de la sociedad que domina al resto mediante la integración productiva a escala global, la valorización financiera, la hiper-concentración de su cadena de mando y las crecientes condiciones de explotación del trabajo. Esta fracción adopta la
figura de Fondos de Inversión que, por medio de la posesión de acciones de las empresas y firmas más grandes del mundo, imponen la forma en que dominan a la clase trabajadora en la actualidad.
Una plutocracia financiera que a partir de privatizar el producto del trabajo, también genera mecanismos,
cómo la deuda pública, integrando a toda la cadena productiva a su cuello de botella: el sistema financiero. En paralelo, miles de millones en todo el mundo se sumergen en la pobreza, viviendo en condiciones deplorables y sometidos a trabajos inhumanos.
La fracción dominante no es uniforme sino que hacia dentro pelean, entre los distintos actores que la conforman, para emerger como dominantes del resto. Y se constituyen en dominantes porque aleccionan a toda esa gran masa de mandos medios que han sido puestos por el capital en una escala social de producción dispersa y heterogénea., Además, dominan a las fracciones que extraen sus ganancias mediante la explotación directa (encargadas de la producción) y no tienen capacidad de tomar el mando, como en el caso de los productores agropecuarios o los laboratorios farmacéuticos.
La competencia se vuelve cada vez más álgida producto de la concentración y está a su vez, como tendencia general de la sociedad, empuja a una pelea cada vez más feroz, dejando un saldo de menos cantidad de capitalistas con mayores ganancias. En el desarrollo de esta competencia, guiados por la obtención de mayores márgenes de ganancia, el ojo está puesto en los territorios productivos, ligándose
unos con otros mediante el desarrollo tecnológico de punta y la valorización financiera. Pero el margen
de ganancia es más estrecho, por lo que necesitan de constantes saltos productivos para superar a sus competidores.
La forma de dar esos saltos es mediante la hiper tecnologización de la vida misma y el recorte de
“costos”, imponiendo condiciones que hacen girar la rueda del salario, el consumo y las ganancias a una escala nunca antes vistas en la historia. Nuestra vida cotidiana sufrió cambios repentinos en una pandemia que provoca estos procesos de larga data, ejemplo de ello son los docentes y estudiantes de todo el mundo.
A medida que avanza la lucha de las clases en la sociedad los gobiernos emergen como administradores de ese estado de fuerzas, constituyéndose en un eslabón más del poder global en los territorios. En base a ello, el Estado adopta determinado tipo de políticas y define las formas institucionales para llevarlas a cabo, yendo en sintonía con la necesidad de cada vez mayores márgenes de ganancias en los territorios.
La emisión/toma de deuda es el mecanismo por el cual la fracción dominante impone las políticas y utiliza la riqueza generada por los trabajadores para salvar sus empresas, financiarse en las crisis y obligar a los gobiernos a responder a sus intereses.
Frente a ello, la clase obrera emerge progresivamente como sujeto político, armándose de experiencia de combate y uniendo sus luchas por medio de demandas concretas a lo largo y ancho del globo. Sin embargo, carga consigo el peso de las influencias enemigas del que va a ser necesario desprenderse para formar un poder político auténtico e independiente de los/as trabajadores/as de todo el mundo.
El estudio nos da indicios sobre cómo emprender esa tarea, aunque sólo habrá posibilidad de triunfo si
convertimos esa idea en poder. Ya nos pusimos en movimiento, ahora resta emprenderse en la tarea de la conducción de las fuerzas hacia la toma del poder. Sólo con ese poder de la clase trabajadora, junto con las fracciones del trabajo y los pueblos oprimidos, podremos avanzar hacia un porvenir igualitario y socialista.