En el movimiento obrero se reabre el debate sobre las estrategias para enfrentar los intereses concentrados que buscan poner a los trabajadores de rodillas.
En un escenario donde el telón de fondo es trazado por el contexto bélico global, con el desarrollo de conflictos en varios puntos del mundo, se destaca el enfrentamiento en Ucrania entre Rusia y la alianza de países occidentales, representados por la OTAN. Este conflicto nos presenta los aspectos característicos de la guerra en la actualidad: movimiento de tropas, sanciones diplomáticas, extorsión comercial, expulsión de sistemas financieros, amenazas cibernéticas, guerra mediática y de monedas, entre otras.
Uno de los problemas colaterales que se atribuye su desenlace es el aumento del valor de los recursos energéticos como el gas y el petróleo, claves para el funcionamiento de la economía globalizada. El precio del gas natural se quintuplicó según el Title Transfer Facility (TTF), principal instrumento para la gestión del riesgo y el trading de gas natural a nivel mundial
Por otro lado, el precio del petróleo Brent, índice referencia a nivel mundial, también se ha disparado de 60 a 100 dólares por barril, llegando a negociarse a más de 139 dólares, su valor más alto desde 2008.
Es esta crisis de alcance global en donde emerge el recrudecimiento de las condiciones de vida, al ritmo creciente de un proceso inflacionario impulsado por los aumentos de los combustibles que acecha los hogares trabajadores del mundo.
La guerra de los trabajadores
Tomando nota de la situación, el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un documento difundido en Washington sobre el impacto de la guerra en Ucrania advirtió que “los aumentos más pronunciados de los precios de los alimentos y el combustible pueden generar un mayor riesgo de disturbios en algunas regiones, desde el África subsahariana y América Latina hasta el Cáucaso y Asia central, mientras que es probable que la inseguridad alimentaria aumente aún más en partes de África y Medio Oriente”.
Indefectiblemente, masivas movilizaciones de distintos sectores del trabajo se despliegan por las calles del mundo impulsados por la precarización laboral, despidos o mejoras salariales. En otras palabras, luchando por sus condiciones de vida.
Nuestro país no es ajeno a estos tiempos tormentosos, en donde el movimiento obrero se debate la estrategia sobre el rumbo para salir del atolladero en el que se encuentran los trabajadores cercados por la pérdida de derechos, la creciente informalidad y los aumentos exponenciales de las canastas básicas.
Este contexto es el que encuentra a distintos sindicatos, centrales, federaciones y organizaciones a discutir sobre la necesidad de conformar un programa común para afrontar los desafíos del movimiento.
En este sentido, regionales de la Confederación General del Trabajo (CGT) del interior del país realizaron un plenario en la ciudad de Villa Nueva por tercera vez, tras los encuentros de San Lorenzo, provincia de Santa Fe en noviembre de 2021 y de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 24 de febrero de este año.
En esta ocasion, mas de 300 delegados provenientes de las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa, San Luis y Mendoza discutieron en torno a los ejes de la redistribución equitativa de la riqueza, la creación de nuevas fuentes de trabajo registrado, paritarias libres y sin techo, reforma laboral y previsional, y acceso a la tierra y vivienda.
A su vez, los condicionamientos del endeudamiento formaron parte de varios de los señalamientos de los dirigentes a la hora de caracterizar la problemática situación. En ese sentido, Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense, advirtió que “seguimos condicionados por el FMI, que cada 3 meses nos dice lo que tenemos que hacer. Si todo lo que se recauda se vuelca al pago de la deuda externa no vamos a salir nunca más adelante”.
Ilda Bustos, secretaria adjunta de CGT Córdoba: “Tenemos casi 40% de pobres y casi 6 millones de menores de 14 años que no pueden comer. Esa es la deuda”.
Por otro lado, el dirigente remarcó la necesidad de establecer “puntos donde nos hagamos fuertes como movimiento obrero, porque no vamos a arreglar el problema de la inflación haciendo una terapia de grupo, a esa guerra la vamos a ganar cuando le pongamos freno a los grupos concentrados que hoy son los grandes exportadores”.
Por su parte, Jesús Monzón, secretario general de la CGT San Lorenzo, apuntó que “ es el momento de escuchar a las bases, de escuchar a los compañeros de las provincias. Tienen que escuchar a las regionales del interior del país, al movimiento obrero organizado. Sólo la unidad de los trabajadores nos va a llevar a salir adelante”.
En diálogo con Tribuna, Rolando Guerra, del Sindicato Químico Papeleros, añadió que “lo principal es devolverle al trabajador el terreno perdido. Ya llevamos 4 años del macrismo y en estos años de pandemia hemos perdido mucho en lo económico, en el poder adquisitivo. La principal pelea nuestra tiene que pasar por ahí”.
El encuentro de las regionales de CGT acordó la realización de un cuarto plenario en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, con fecha a definir y además se resolvió la convocatoria a una movilización para el 1 de mayo, en conmemoración del Día Internacional del Trabajador.
Contrastes
En el marco de la denominada “guerra contra la inflación”, la conducción de la CGT, sin la presencia de Pablo Moyano (Camioneros), asistió nuevamente al relanzamiento del pacto social convocado por el presidente Alberto Fernandez. En la ocasión se aprovechó para discutir con los representantes empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA) sobre la necesidad de consensos básicos y fundamentales para establecer “una agenda de trabajo común para generar propuestas de medidas” dirigidas a enfrentar la inflación.
Formaron parte del encuentro los ministros de Economía, Trabajo y Desarrollo Productivo, Martín Guzmán, Claudio Moroni y Matías Kulfas; el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, el secretario de la entidad, Miguel Ángel Rodríguez, y el director Ejecutivo Diego Coatz; mientras que en representación del sector sindical asistieron los secretarios generales de la CGT, Héctor Daer y Carlos Acuña, y el secretario general adjunto de la entidad, Andrés Rodríguez.
En un comunicado oficial, se difundió que las partes compartieron algunos puntos como el acuerdo con el FMI, considerándolo como “un paso importante para continuar despejando factores de incertidumbre e inestabilidad”.
Por otra parte, en el marco del aniversario de las movilizaciones del 30 de marzo de 1982, dirigentes sindicales de distintas extracciones firmaron un documento titulado “Paz, Pan y Trabajo. Que la deuda no la paguen los de abajo”.
El documento señala que hoy se da “la misma disputa de intereses, la misma lucha entre los que quieren una Argentina que deje afuera al 70 u 80 por ciento de la población para asegurar sus negocios y los que queremos un país con igualdad y justicia en que todos y todas vivamos dignamente”.
Ante la pregunta: ¿Quiénes son los que van a pagar esta “deuda – estafa” al FMI?, los trabajadores advirtieron que “ante cualquier ajuste nos convocaremos nuevamente a las calles, a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria reclamando por lo que se comprometieron, salarios y jubilaciones por encima de la inflación, ningún tipo de reforma laboral ni previsional”.
Entre las firmas del documento se encuentran, entre otros, Pablo Moyano, Hugo Yasky (CTA), Sergio Palazzo (La Bancaria), Daniel Yofra (Aceiteros), Héctor Amichetti, Claudia Baigorria (Conadu Histórica), Ricardo Peidro (CTA Autónoma) y Carla Gaudensi (Fatpren).