“Los trabajadores deben inspirarse en la historia de rebeldía de nuestros próceres latinoamericanos e iniciar la huelga general”, comentó Marcelo, trabajador de Mercedes Benz en São Paulo, Brasil.
Desde Tribuna conversamos con Marcelo Pavão Takahashi, trabajador de Mercedez-Benz, un fabricante de automóviles en el mayor polo industrial del país, en São Paulo. Además, es militante de la Unidad Popular (UP) que realizan el Jornal “A Verdade”, con noticias del movimiento obrero y luchas de las organizaciones de Brasil.
Marcelo, ¿Cuál es tu opinión sobre el contexto global? ¿Qué forma asume la lucha popular en ese contexto?
Yo creo que estamos pasando por una crisis del capitalismo, agravada por la pandemia del Covid-19. En todos los países, y en especial en América Latina, vemos aumentar el costo de vida, aumentar el desempleo, empeorar las condiciones de vida de la gente. La guerra en Ucrania es también un ejemplo del momento precario que estamos viviendo. Pero nada de esto es por casualidad. La burguesía internacional y países ricos como Estados Unidos y países europeos han financiado golpes de Estado y el ascenso de la derecha en nuestras tierras. El fascismo y el neoliberalismo surgen para quitar derechos a la población y mantener las ganancias durante la crisis. Es un momento oscuro que solo la lucha popular puede superar.
La lucha debe partir de la organización de los trabajadores, a través de sindicatos, asociaciones de vecinos, con el apoyo del movimiento estudiantil, feminista, antirracista, en fin, las entidades y movimientos capaces de movilizar grandes actos de calle y huelgas generales.
¿Cómo impacta la crisis mundial en el pueblo brasilero?
El pueblo brasileño sufrió mucho con la crisis económica y política. El gobierno fascista de Bolsonaro llevó a cabo un genocidio de más de 660.000 trabajadores durante la pandemia y en la actualidad más de 116 millones de personas sufren inseguridad alimentaria, más de la mitad de la población. La inflación ha convertido la vida de las personas en un infierno.
El proyecto económico del presidente es transformar el país en una gran hacienda que exporte productos agrícolas a los países ricos, venda la Amazonía y privatice nuestras riquezas.
En 2019, la automotriz Ford cerró sus puertas y recientemente Volkswagen también decidió cerrar una unidad. No hay trabajo, la gente se muere de hambre y el gobierno nos sigue matando para otorgar privilegios al ejército y sus aliados.
Casi la mitad del presupuesto de la Unión Brasileña se destina al pago de la deuda pública, alcanzando 1,96 billones de reales en 2021. La deuda fue mayoritariamente contraída de forma corrupta durante la dictadura militar (1964-1985) y sigue sin auditarse desde entonces, desviando una cantidad exorbitante de dinero público directamente a los bolsillos de los banqueros cada año. El monto total de la deuda alcanzó la marca de 7,643 billones de reales en el último año.
Los impactos en las políticas de Estado son profundos. Las políticas de austeridad han recortado la inversión en servicios públicos como educación, sanidad y bienestar, con el objetivo de destinar más fondos a los bonos de la deuda pública.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones del movimiento obrero en Brasil?
En los últimos años, los derechos de los trabajadores han sido aniquilados con reformas laborales y de seguridad social. Se aprobó una ley que congela las inversiones en servicios públicos por 20 años, el llamado “techo de gasto”. Creo que las principales demandas son la derogación de estas reformas y la destitución del presidente fascista Jair Bolsonaro.
El primer paso es la suspensión del pago de la deuda pública y su fiscalización. Sin más dinero público absorbido por banqueros y accionistas, se deben asignar billones de reales para invertir en servicios públicos.
El segundo paso es llevar a cabo una profunda reforma urbana y rural. Es necesario destinar los predios abandonados a solucionar la situación de todas las familias sin hogar que hoy mueren de frío en las calles de nuestro país, y la división y distribución de la tierra para todos los que en ella trabajan, debilitando a los terratenientes y la servidumbre del agronegocio al capital extranjero.
El tercero es el castigo de los torturadores de ayer y de hoy. La justicia brasileña está en connivencia con los crímenes atroces cometidos por militares durante la dictadura y la impunidad reina hasta el día de hoy en relación con la policía y el ejército que asesinan a jóvenes negros y pobres. Es necesario castigarlos y arrestar a toda la banda criminal y corrupta de la familia Bolsonaro y sus aliados.
¿Cuál es el principal desafío para los trabajadores latinoamericanos en este contexto?
Hay un gran desafío para organizar las luchas populares y derrotar el proyecto neoliberal en América Latina. Los trabajadores deben inspirarse en la historia de rebeldía de nuestros próceres latinoamericanos e iniciar la huelga general, ocupar las calles y exigir a los gobiernos pan, tierra y trabajo. Levantamientos espontáneos han marcado a nuestros países en los últimos años por mejores condiciones de vida. Estas revueltas deben ser consecuentes y encaminadas a la construcción de una sociedad justa e igualitaria. Debemos construir un movimiento popular fuerte y unificado, por la soberanía de nuestro pueblo y contra la intervención de los países ricos de América Latina.