Soy Shekina Hinestroza, estudiante de sociología. Colaboro con la Coordinación de Derechos Humanos.
¿Cuál es el panorama de Panamá, en el último mes, frente a los escenarios de movilización popular?
El escenario en Panamá es complejo: atravesamos un festival insurreccional en medio de una inminente recesión. Digo Festival porque si algo caracteriza la panameñidad es esa habilidad de volver cualquier cosa un carnaval. En todos los sentidos. Quizás eso sea en parte lo que ha mantenido la chispa en las protestas de estos 20 días.
Y no es para menos ante la miseria histórica y la profunda desigualdad que azota al pueblo panameño, ya de por sí es motivo suficiente para poner el cuerpo en la calle día y noche hasta que el gobierno tome cartas en el asunto.
Dicen que no ha habido un movimiento nacional de esta magnitud desde el 9 de enero de 1964, cuando los estudiantes del Instituto Nacional reclamaron la presencia de la bandera panameña en territorio ocupado por los gringos, la que entonces se llamaba la Zona del Canal.
¿Cómo se desencadenaron los hechos de protesta?
La gota que derrama el vaso en julio del 2022, fue quizás, lo que en redes sociales llaman el Incidente Mcallan. El 1 de julio, luego de que se inaugurará el 4to periodo de sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional, se filtra un vídeo en el que un grupo de diputados tienen un lujoso banquete en el Sheraton. El camarógrafo enfoca la mesa un par de botellas de whisky Macallan de 18 años. La escena era de película: diputadas y diputados en traje blanco brindando con un whisky de $300 la botella, mientras el pueblo panameño en sus casas comía arroz y sardina.
Un par de días después, salen los grupos docentes a la calle, seguidos por los estudiantes, los sindicatos de la construcción, transportistas y así sucesivamente hasta paralizar el país por completo.
La indignación ante el despilfarro de las arcas públicas no es cosa de ahora. Desde la última etapa de la pandemia la frecuencia de calles es diaria. El sector salud reclamaba deudas salariales, docentes pedían mejores condiciones laborales, comunidad lgbtiq+ denuncian abuso policial y las comunidades marginalizadas protestaban contra el hambre.
¿Cuáles son los reclamos en estas movilizaciones?
De la actual movilización nacional son 3: congelamiento al precio del combustible; reducir el precio de la CBA (que ronda los $300); reducir el precio de los medicamentos.
Casi 15 días después de iniciadas las protestas, se establecen las Mesas de Diálogo, en las que participan colectivos indígenas representados por los Ngäbe Buglé y dirigentes sindicales de los gremios más grandes del país: docentes y trabajadores de la construcción.
Aquí hay tres elementos que complejizan el escenario de las demandas sociales. Por un lado el proceso de negociación: decidir a dónde y cómo sería la Mesa de Diálogo fue y es todo un tema.
La coalición sindical llamada Alianza Nacional por los Derechos del Pueblo (ANADEPO) quería que la Mesa de Diálogo se instalará en Santiago de Veraguas, la Alianza Pueblo Unido pedía que fuese en la ciudad capital, mientras el colectivo indígena Ngäbe reclamaban a San Félix como base para las negociaciones con el gobierno. El gobierno de Nito Cortizo aprovecha la descoordinación de las vocerías e instala una Mesa del “yo con yo”, en Ciudad del Saber. Luego se estableció una Mesa en San Félix y otra en Santiago.
El 17 de julio en San Félix, interviniendo la iglesia católica como mediadora, se logró el acuerdo de congelar el precio del combustible a $3.30 a cambio de despejar las vías permanentemente. Ese mismo día en Santiago, se negociaban los mismos términos, pero la gente que tenía más de 15 días de protestar en la calle no estaban conformes con ninguno de los dos acuerdos. En ambos casos se rompió el acuerdo.
Luego el gobierno instaló la Mesa Única de Diálogo en la provincia de Coclé, una zona relativamente neutral en el conflicto.
¿Cuál es la evaluación entre las protestas y las negociaciones?
Mucho se ha criticado en asambleas populares y redes sociales que en la negociación poco se está hablando de los problemas de fondo, del cómo se van a solucionar las demandas y menos de la jurisprudencia involucrada en la transformación de estas en políticas sociales. Mucho panfleto, poca técnica, en otras palabras.
La Mesa no logra avanzar con los dimes y diretes. La gente en las calles empieza a preocuparse. Hay mucha incertidumbre en el ambiente.
¿Y en estas últimas semanas hacia dónde se dirige el escenario?
Fue aprobado el subsidio a más de 30 productos de la CBA, pero economistas prevén que con el escenario internacional actual la medida podría no ser sostenible en el tiempo. Hablan de cambiar de un modelo económico transitista a uno productivo con enfoque local, sin embargo el tema no se ha abordado con profundidad en la Mesa de Diálogo. Además, el 28 de julio se acordó la implementación de una subcomisión para atender las demandas por el alto costo de los medicamentos.
El pueblo panameño se pregunta qué tan efectivas serán las soluciones que ofrece el gobierno cuando altos funcionarios emiten declaraciones con información incongruente con la realidad. Al día de hoy, 30 de julio, la Mesa no se ha legalizado mediante Ley de la República. Los Ngäbe-Buglé se retiraron de los bloqueos con una ceremonia, el bastión de la Dignidad en Calle 10ma cerró con brindis y música. Los mercados vuelven a abastecerse.
En el ambiente se respira una calma tensa.